Agradecimiento de los transportistas a TCV por mantener la operativa terrestre el pasado 17 de marzo
La reciente celebración de las festividades falleras ha vuelto a poner en evidencia el funcionamiento del Puerto de Valencia y el compromiso con el desarrollo de las actividades terrestres de recogida y entrega de mercancías por parte de todos los operadores y agentes que participamos en ellas.
La vieja aspiración del colectivo transportista por conseguir la aplicación en la actividad portuaria terrestre de un calendario unificado, orientado al cliente y coherente con las características de un puerto interoceánico de primer nivel sigue arrinconada por la falta de ambición y liderazgo de aquéllos que deberían tener la capacidad y tienen la responsabilidad de hacerlo posible. Siguen primando localismos y lastimosos argumentos corporativos que hacen que nos mantengamos instalados en la comodidad y la autocomplacencia, tras varios años planteando la cuestión en los distintos foros y grupos de trabajo portuarios.
Y es que durante esta semana fallera que acaba de transcurrir no ha sido suficiente con que las operaciones terrestres se mantuvieran paralizadas en las terminales de contenedores durante todo el 19 de marzo, aunque ese día no tuviese carácter festivo en todos las zonas de influencia del Puerto de Valencia hacia las que se dice tener vocación de servicio y expansión, sino que tampoco durante la mitad de las jornadas del 17 y 18 de marzo se ha podido entregar o recoger un contenedor en el puerto. A partir de las 13,00 horas de estos dos días “pre-festivos” se supone que todos nos teníamos que ir de fiesta y tan contentos, aunque, mientras tanto, el servicio y el compromiso con los clientes se resintiesen. Hasta el punto de que esta indolencia acaba perjudicando la prestación de los servicios incluso durante varios días de la semana siguiente, como consecuencia de las congestiones y la afluencia masiva de vehículos a las puertas de las terminales para atender la carga y descarga que no se pudo realizar ni el 17, ni el 18, ni el 19 (como las colas y horas perdidas que ya se produjeron durante la mañana del día 18 de marzo por la inactividad parcial del día anterior).
Así las cosas, pese a la crisis que todos padecemos y la necesidad que nos acucia para tratar de ser más eficientes y competitivos, nos pasamos 5 ó 6 días a medio gas en el servicio, unos provocados por el cachondeo fallero y otros por la resaca posterior, sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.
La única honrosa excepción al relajamiento reinante, a este curioso espíritu portuario cómplice de la movida fallera, ha sido la terminal TCV, que tuvo el coraje y la dignidad de mantener la actividad por lo menos durante toda la jornada del 17 de marzo. Esta actuación de los responsables y trabajadores de TCV, que queremos elogiar y felicitar públicamente desde la asociación ELTC, ha tenido, además, la virtualidad de poner en evidencia y desenmascarar los históricos argumentos que se vienen utilizando para dar a entender que no se puede hacer nada y que es inevitable que determinados particularismos o condiciones de un determinado colectivo u operador se impongan y pasen por encima de todo el desarrollo de la actividad y, lo que es más grave, perjudiquen el servicio y la atención de las necesidades de los clientes del Puerto de Valencia.
Como ha demostrado TCV el pasado 17 de marzo, si realmente se quiere prestar el servicio y dar continuidad a la actividad con profesionalidad y sentido de la responsabilidad se puede hacer.
Y el problema no acaba aquí, pues ya nos lo anuncian en la misma línea para el próximo día 1 de abril, en el que, aunque no es fiesta en nuestro calendario laboral oficial, ni en el de la mayor parte de nuestros clientes, se mantendrán ociosas las operativas terrestres del Puerto de Valencia por nuevos condicionamientos propios de las terminales, al parecer también insuperables, como los de la tarde del 17 de marzo. Y, si nadie es capaz de remediarlo, en sentido parecido volverá a suceder el 05 y el 12 de abril o el 16 de julio, días en los que se impondrán a los clientes y usuarios del Puerto de Valencia las veleidades y los caprichos de las celebraciones locales o las concesiones gremiales. La verdad es que esto no hay quien lo entienda. Sobre todo no lo pueden entender los clientes y los que contratan sus servicios para ser prestados desde o hasta el Puerto de Valencia. ¿Dónde está la Autoridad Portuaria de Valencia?, ¿qué capacidad de intervención tiene el Consejo de Calidad del Puerto?, ¿para qué sirve nuestra Marca de Garantía?, ¿son estas las prácticas “Best in class” por las que se nos reconoce y se nos quiere imitar? Menos pompa y gestión de escaparate, y más valor para afrontar los verdaderos problemas y necesidades de los que trabajamos y vivimos del Puerto de Valencia.
Mientras tanto, eso sí, gracias a TCV.