Carlos Mayorga: una vida profesional entre la banca y el mundo de las navieras
Permaneció 16 años en el Banco Central, hasta cumplir 32, y reconoce que en este tiempo aprendió mucho. Sin embargo, no se sentía a gusto y no le gustaba el funcionamiento del Banco: "A pesar de que progresé, aquello era como una cárcel y yo no era un gran empleado porque no me gustaba el sistema".
De esta forma, se lanzó a un proyecto pionero en aquella época y empezó a trabajar en una empresa de electrónica y automatización que finalmente no cuajó. En el año 1964 Mayorga se incorpora al sector del transporte, en este caso marítimo, y empieza a trabajar en Naviera Mallorquina, concretamente en el Departamento Administrativo y Financiero en la oficina de Madrid, donde permaneció hasta 1971.
Esta naviera, que todavía existe en la actualidad, centraba su actividad en los servicios de cabotaje entre Ibiza, Palma y Barcelona. Sin embargo, coincidiendo con la incorporación de Mayorga la compañía empezó a introducirse en los servicios internacionales apoyándose en la oficina de Madrid.
"Naviera Mallorquina era la decana de las navieras del Mediterráneo, fundada por la familia Sales, y era una gran empresa regida a la antigua", recuerda. En este sentido, hacía falta, desde el punto de vista financiero y administrativo, coordinar algunos aspectos de la compañía y en el año 1971 Carlos Mayorga es reclamado como interventor, coincidiendo con una época en la que la naviera hacía frente a problemas con distintos barcos. "Era para mi una responsabilidad muy grande. Tuve que reflejar en mi informe la realidad y se armó una pequeña revolución. No obstante, pasado cierto tiempo y gracias a que un auditor ratificó mi informe, esto valió para que Don Pedro Salas, presidente de la compañía, confiara en mi y me enviara a Valencia, con el fin de abrir una delegación", señala.
Era el año 1974 y Mayorga, consciente de su falta de conocimiento de algunos aspectos, decidió estar a pie de muelle, rodeándose de gente que le enseñó y le ayudó, como Manuel Fernández Lata. Un servicio de las características del que ofrecía Naviera Mallorquina, con buques rolones, requería vehículos, camiones que no siempre estaban disponibles. En agosto de 1974 Carlos Mayorga cierra una operación de compra de seis camiones, "seis Barreiros preciosos", que permitieron el desarrollo del servicio.
Naviera Mallorquina cubría el mismo tráfico en aquella fecha que Trafrume, de manera que se imponía alcanzar algún tipo de acuerdo. En este sentido, Naviera Mallorquina decidió alquilar uno de los barcos de Trafrume, que, por su parte, obtuvo la consignación y la operativa del buque. El cierre de aquella operación coincidió con el recordado incendio del Hotel Corona de Aragón, en el que Mayorga no durmió aquella noche por casualidades del destino y porque perdió el avión.
Poco después de este acuerdo, Aucona, que era ya la propietaria de Naviera Mallorquina, decide establecer casa propia en Valencia y asumir la consignación y operativa de la compañía, lo que implicaba necesariamente algunos despidos, por lo que Carlos Mayorga decidió abrir una base de contenedores en Valencia para recuperar a ese personal y también la delegación de Alicante. Para ello se rodeó de uno de sus mayores apoyos en aquellos años y, sobre todo, de un gran amigo: Juan Antonio Dolz.
Con todo esto, la compañía había nombrado a Mayorga responsable de las delegaciones de Valencia, Alicante, Madrid y Sevilla. "Fueron años de mucha actividad, muchas decisiones que se tomaban desde arriba y que generaban luego problemas", recuerda Mayorga. Eran los años de la fuerte competencia con Suardíaz, de algún roce con Trafrume y de mucho trabajo y esfuerzo. "Contacté entonces con el que ha sido mi mejor enemigo: Rafael Llerena", dice con cariño hacia la figura del que con los años se ha convertido en un gran amigo.
El cambio en la presidencia de Naviera Mallorquina generó a su vez la designación de Carlos Mayorga como responsable del tráfico en la zona de Levante. Cuando falleció el nuevo presidente, su persona de confianza decidió "adelgazar el grupo" y empezaron a operar todos los servicios como Trasmediterránea. Empezó entonces una mala época para este gran profesional, en la que echó un pulso, que, con el apoyo incondicional de la familia, consiguió aguantar.
Como dicen que de las situaciones de crisis o no se sale o se sale reforzado, Mayorga es del segundo tipo e inició después su andadura como empresario en 1995, al frente de Rufaro Mediterráneo, compañía que dejó once años después, después de una estrecha relación con Leroy Merlín.
"No quiero recordar haber tenido enemigos y si estoy seguro de que he hecho verdaderos amigos. Mi adjunto, Juan Antonio Dolz, me ayudó muchísimo y mi querido enemigo, Rafael Llerena, es sin duda lo mejor que he encontrado en la competencia", asegura Mayorga. "Mi vida profesional en el mundo de las navieras ha sido emocionante. Si me hubiera quedado en el banco, no hubiera llegado a viejo. Siento que he hecho cosas", concluye.