Historias del Puerto de Valencia. El puerto de Valencia potenció el auge del comercio de la seda en la ciudad
Además de su origen práctico, este edificio, construido entre los años 1482 y 1533 tiene una historia arquitectónica que lo convierte en una de las construcciones más emblemáticas de Valencia. Muestra de ello es que en 1996 La Lonja de la Seda es reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Esta época de prosperidad comercial estuvo sustentada por la actividad del Puerto que propició la consolidación de Valencia como potencia comercial en el Mediterráneo. Estas dos infraestructuras llevaron a cabo una relación simbiótica apoyada en la figura de reconocidos comerciantes como fue Lluís de Santàngel.
De estilo gótico civil valenciano, la Lonja de la Seda fue obra del famoso arquitecto Pere Compte y se ubica en el centro de la ciudad, rodeada de otros edificios emblemáticos como el Mercado Central de Valencia.
Cabe señalar que, a pesar del declive que vivió el mercado de la seda a partir de 1790, la esencia de este edificio se mantuvo hasta el día de hoy, momento en el que los valencianos y valencianas siguen refiriéndose a él como “Lonja de la Seda”.
En el momento de su construcción, ya existía otra lonja, conocida como “Lonja del Aceite”, hecho que pone de manifiesto el aumento comercial de la época, debido a que estos espacios es donde se llevaba a cabo la preparación de mercancías para su posterior intercambio.
Este tiempo coincide con la consolidación del Puerto de Valencia como uno de los más importantes de la zona del Mediterráneo, de manera que cobra importancia el Consulado del Mar, también conocido como “Consolat del Mar”. Esta entidad suponía una dependencia de la Lonja que fue anterior a ésta. Se construyó en 1238 y su función principal recaía en gestionar el comercio marítimo y la pesca. Una vez quedó reflejada la importancia de esta dependencia, el mismo arquitecto de la Lonja de la Seda, Pere Compte, apostó por construir un edificio dentro de ésta última dedicada al Consulado del Mar.
Cabe señalar que incluso se llegó a crear un Código de Regulación sobre el comercio en el que cobra especial relevancia el intercambio de mercancías marítimas. Este Código fue elaborado en la Edad Media y estuvo vigente hasta el siglo XVIII.
Arquitectura
La Lonja de la Seda fue concebida como un espacio destinado a regular y facilitar las transacciones comerciales en una Valencia que, para finales del siglo XV, había alcanzado su apogeo económico y cultural. El edificio es una obra maestra del gótico civil valenciano y, su diseño, obra del arquitecto Pere Compte acompañado de Joan Iborra que manifestaron el auge económico que estaba experimentando la ciudad.
El diseño de la Lonja responde a una función dual: servir de espacio para las transacciones comerciales y actuar como símbolo de orden y justicia en los negocios. Al entrar en este espacio, sus altas columnas y bóvedas, además de sus elementos decorativos son testigos mudos de la artesanía de los arquitectos de la época.
Distribuida en tres plantas y con un patio central muestra un estilo elegante a través del cual se respira una esencia religiosa y trascendental, dando paso al misticismo contrarrestando con el ruido de las actividades cotidianas que allí acontecían.
Dividido por secciones, se puede observar, por un lado la Sala de Contratación, que fue un imponente salón de columnas en la que se llevaban a cabo las actividades comerciales, sobre todo relacionadas con los negocios de la seda. A ella se suma la Torre de la Lonja en la que se castigaban a aquellos mercaderes que incumplían sus contratos, incluso había pequeños calabozos para los que cometían las infracciones más graves. Desde lo alto de esta torre, sonaba la campana para anunciar tanto la apertura como el cierre de las actividades comerciales, marcando así el ritmo de vida de la Lonja.
Por último, el ya mencionado Consulado del Mar, fue la sede del tribunal mercantil en el que se resolvían los desacuerdos comerciales para garantizar que la actividad se desarrollara con la máxima normalidad posible. El conjunto de las tres estancias materializó el deseo de llevar a cabo un comercio justo y eficiente, para el cual el Puerto de Valencia suponía un pilar fundamental.
Puerto de Valencia
Desde la Edad Media, el puerto de Valencia desempeñó un papel esencial como nexo entre Europa y el Mediterráneo. Durante el siglo XV, el puerto se consolidó como uno de los más activos de la Corona de Aragón, situándose al nivel de Barcelona y otros grandes puertos.
El puerto se convirtió en un punto de entrada de materias primas necesarias para la manufactura local, como el hilo de seda, importado desde Asia, y especias provenientes de Oriente.
El puerto de Valencia estaba estratégicamente situado para establecer conexiones con ciudades clave como Génova, Venecia y Marsella, además de puertos del norte de África. Su desarrollo fue paralelo al crecimiento económico de la ciudad, que en gran medida dependía del comercio marítimo.
El mercado de la seda
El comercio de seda fue, sin duda, el motor del auge económico de Valencia en los siglos XV y XVI. Esta industria floreció gracias a una combinación de factores. Por un lado, una de las razones fue la fertilidad de la huerta valenciana que propició el cultivo de moreras, alimento de los gusanos de seda. A ello se sumó las técnicas para tejer y teñir la seda de los artesanos valencianos y, por último, la creciente demanda internacional de este producto, sobre todo por parte de Italia, los Países Bajos y Francia.
La Lonja de la Seda se convirtió en el epicentro de esta actividad, donde los mercaderes cerraban acuerdos para exportar seda a través del puerto, conectando Valencia con mercados lejanos. Un hito importante en este aspecto fue el descubrimiento de América, evento en el que destacó la figura del mercader Lluís de Santàngel. Este comerciante involucrado en el mercado de la seda, se dedicaba a gestionar las exportaciones desde el puerto de Valencia a los mercados internacionales. Su influencia llegó tan lejos que en el año 1492 llegó a ser uno de los principales financiadores del viaje que llevó a Cristóbal Colón a descubrir América.
La relación entre la Lonja de la Seda y el puerto de Valencia era una auténtica simbiosis. Mientras la Lonja representaba el punto de encuentro para los acuerdos comerciales, el puerto materializaba esos acuerdos, enviando las mercancías hacia los destinos finales. La mercancía que más predominaba eran materias primas, como puede ser hilo de seda que llegaba al Puerto desde Asia y del norte de África. Además, cabe señalar que los artesanos locales transformaban las mencionadas materias primas en tejidos de lujo con los que los mercaderes negociaban en la Lonja para exportar sus productos terminados. Dichos productos volvían al puerto transformados para ser exportados al resto de Europa.
A pesar de los prósperos años que vivía la ciudad de Valencia, en gran parte, gracias a la seda, la actividad del puerto y de esta mercancía comenzó a decrecer en torno a los siglos XVII y XVIII debido a la entrada de la competencia de otros mercados textiles como pudo ser Lyon, a lo que se sumó las guerras y las crisis económicas que los conflictos bélicos supusieron.
Además, tras el descubrimiento de América, tuvieron lugar diversos cambios de rutas que
propiciaron este declive.
Sin embargo, el legado de esta época dorada sigue vivo. La Lonja de la Seda, con sus
majestuosas columnas helicoidales y sus techos ornamentados, es un recordatorio tangible de la riqueza que Valencia logró a través del comercio. El puerto, por su parte, se ha adaptado a las demandas de la sociedad actual modernos y hoy en día sigue siendo uno de los más importantes del Mediterráneo.