Eugenio, Marianico y Chiquito
Mejor reír, por no llorar. La risa genera endorfinas. Las lágrimas son consecuencia de tristeza, melancolía, emoción o júbilo extremo.
Saben aquel que dice, ¿Qué es mejor la logística o la política? ¿O era política logística o logística política? Vaya chiste más malo. Es que sin un cigarrillo en mano y buena copa al lado, no suena igual. Con gafas de sol atenuadas y vestimenta de luto quedaría mejor también. Muchos de los lectores más jóvenes no entenderán de qué hablo, pero sin lugar a dudas, Eugenio ha sido uno de los cómicos españoles más importantes, precedido por Gila, y antecediendo a los Martes y Trece, y con los Calatrava por en medio.
Marianico el corto, es de otra calaña de humor, surgido de programas de humos como No te rías que es peor. Más tipo Garó, Reyes, Sr. Barragán o Dúo Sacapuntas. Noble, baturro, hombre bueno y sincero, pero corto, o al menos así se hacía apodar a sí mismo.
Chiquito de la Calzada, el más moderno de este trío y probablemente al que más reconozca la audiencia lectora de esta columna. Lo triste de este personaje es que falleció hace no tanto tiempo enfermo, sólo y sin chavo, con lo que había llegado a ser el hombrecillo. Carcajadas a mansalva y risas enfermizas. Desde el doudenal hasta el jander-clander. Nos queda para la posteridad su bailecito: Un pasito para delante y dos para atrás. Justo como está sucediendo con el coronavirus COVID-19. Esto es muy serio, nada de bromas.
El desarrollo de la pandemia parece descontrolado y desabocado de manera generalizada. Es lo que tiene luchar contra un enemigo invisible y menospreciarle o no tomar las medidas efectivas para atajarlo y vencerle. En la mayoría de los países la cosa no va bien, va fatal, de mal en peor. La famosa vacuna no es la solución definitiva. Primero hace falta volver a ser personas, un poco de educación y respeto, además de espíritu de sacrificio. Debemos recuperar el norte, las formas, el talante, los valores fundamentales. Como hemos ido perdiendo todo esto en las últimas décadas, es normal que la juventud se tome esta pandemia a cachondeo y pase de todo. "Qué más da si me infecto, si los jóvenes no la palmamos" es la actitud de mucho estúpido españolito. La estupidez humana no distingue entre sexo, color, credo o tendencia sexual, todos tenemos derecho a ser estúpidos, pero no todos debemos serlo y menos combinarlo con la malicia, que es lo que está sucediéndonos hoy por hoy. Tanto botellón, rave, after y demás descontrol está volviendo a matar en los geriátricos, en las UCIs y puede que te mate a ti también si sigues haciendo estupideces. El problema de las transmisiones comunitarias es que no es un suicidio, sino un crimen. Te puedes matar a ti mismo, pero no hace falta que mates al prójimo y especialmente a tus mayores. Es de risa, pero no hace gracia alguna. Esto es tema muy serio, y si no nos concienciamos y actuamos en consecuencia, mejor ¡apaga y vámonos!
Saben aquel que dice: "España es país con peores registros COVID-19 de Europa en estos momentos". Parece un chiste, una broma de mal gusto, pero es la lamentable realidad. Por favor, centrémonos y vivamos para vivir.