China, todo un continente en sí mismo, país con 56 etnias y limítrofe a 14 otros países, un gigante confuso al despertarse después de su más feliz sueño de los últimos cinco mil años…

China, el país de en medio, ese eterno secundario (hazmereír) en las últimas décadas en el panorama internacional, ahora es protagonista, rivalizando con E.E.U.U. por la supremacía global. Quizás el sorpaso ya aconteció sin darnos demasiada cuenta. Entre pandemia, confinamiento, tiempo, tiempo, tiempo y estupor, cualquier cosa importante pudo haber sucedido alrededor, y nosotros ni habernos dado apenas cuenta. Es normal que cuando a uno le están cortando una mano, no preste demasiada atención a un dedo de la otra mano, o al menos se distrae la cosa. Pues el COVID-19 tuvo a todo el mundo encerrado en casa (algo necesario para el planeta Tierra), mientras China se forró y ganó el cariño de muchos países desesperados enviando EPIs. Hablamos de una estructura milenaria que, tras esplendores pasados, permaneció latente hasta que ha despertado, volviendo a querer el dominio del escenario.

Mundo post-pandémico, New Normal, nueva sociedad, lo que sea que tenemos enfrente nuestro, estos nuevos hábitos, que se tornarán en costumbres, son más digitales a nivel generalizado. Por bloques geográficos, la situación se está viviendo y afrontando por tiempos localizados. Todo empezó en Asia, luego el Mediterráneo y Norte de Europa. Ahora El estrago del COVID-19 es crítico en Américas, mientras África sigue siendo el gran interrogante como habitual. Todos queremos que esta pesadilla desparezca cuanto antes de nuestras vidas, pero el corto plazo es gris cuanto menos. China es una excepción, pero queda por ver si sus envidiables proyecciones de resultados macroeconómicos pueden alcanzarse con el resto del mundo fastidiado y con escaso potencial de gasto y consumo. Si E.E.U.U y Europa no controlan el coronavirus este verano, China puede padecer una deflación provocada por el cúmulo de producciones fabriles sin venta en el exterior que necesitan colocarse internamente, rebajando los precios. Parece un escenario trágico, pero real y nada descabellado. China ostenta rol central como estructura principal de la que interdependen infinidad de estructuras, de sectores, de negocios. Considerando que tienen la producción, la logística y hasta distribución en mercados de destino… No cabe duda de que el gigante chino ha despertado.

La batalla empresarial de las grandes corporaciones multinacionales resulta evidente en la mayoría de las actividades societarias modernas. La masificación genera valores añadidos sólo alcanzables mediantes las economías de escala y que pueden generar las grandes empresas.

Siempre hay nichos de mercado fuera del mercado general estandarizado, pero como el volumen atrae mayor volumen, la vorágine monetarista de los negocios ha llegado al climax nacionalista por bloques. Jugamos Europa, castigada y erosionada, China, Asia y Américas… (África y Oceanía en la sombra por evitar sesgo). Supremacía mundial, en comercio, en finanzas, en cultura, ¿en qué?

Logísticamente, los dados están lanzados, veremos si sale un doble uno (snake eyes) o gana la mayoría… China es culturalmente propensa al riesgo, afín al azar, y parece más preparada para jugar a una partida a la ruleta rusa por la supremacía mundial en muchos campos.

En logística total, China ha despertado y empieza a tomar forma del coco, del hombre del saco, del patrón negrero que fustiga con el látigo… mal despertar parece puede tener esta pesadilla.