¿Rebrotar o morir en el intento?
Ahora que el coronavirus parecía empezar a estar bajo control, reactivando comercio, cultura y ocio, se multiplican las alarmas por rebrotes, importados o locales, ¿qué más da? Rebrotes en todo caso. Parece que el riesgo del COVID-19 sigue bien presente entre nosotros.
Cuando el Dr. Simón advierte que aumentarán los casos de contagio al abrir las fronteras al turismo, ¿estamos jugando a la ruleta rusa con la salud pública? Pues sí, pero parece que la mayoría de los países prefiere afrontar el riesgo de rebrotes que comporta la movilidad transfonteriza. Seguir restringiendo las maltrechas economías locales no es plato de buen gusto para ningún gobierno. Hemos visto todo tipo de actitudes y niveles de gestión para afrontar la crisis de la primavera de 2020. Desde mejor no hacemos nada y que sea el orden natural el que dictamine de Suecia o Brasil, hasta la manipulación de datos de muchos gobiernos. Escasos gobiernos parecen haber afrontado la pandemia de manera eficiente e inteligente, Nueva Zelanda, Corea, Taiwán, Grecia… El caso en España es especialmente escandaloso, con baile cifras y ridículos internacionales de continuo. Lo hecho, hecho está, bien hecho o mal hecho, ahora toca encarar la Nueva Normalidad, la Nueva Realidad, y para ello, hay que abrir fronteras y multiplicar el riesgo de contagios y rebrotes. Vaya dicotomía más grimosa y preocupante. Bueno, siendo optimistas, "como la ansiada vacuna está al caer, los daños de posibles rebrotes serán ínfimos en comparación con la masacre humana padecida en el país en meses precedentes"… Esa parece la actitud de los gobiernos, que establecen cuarentenas que se ven forzadas a abolir por la presión de los sectores turísticos y sus externalidades. Minimizar medidas de seguridad, en pro de reactivar la maquinaria societaria y de comercio parece una apuesta bien arriesgada. Veremos qué nivel de uso de mascarillas y distanciamiento social se alcanza en las zonas costeras y vacacionales de Península e Islas, tanto de día como de noche.
El problema es que sin ingresos, no hay consumo y ello no ayuda a la recuperación del camino perdido. Un reajuste de los patrones de consumo es evidentemente necesario, y éste incluye turismo, ocio, socialización, gestiones administrativas, teletrabajo, etc.
Logísticamente, el mercado se debe reordenar y ajustarse a las nuevas condiciones y volúmenes de mercado. Es probable que a mayor tamaño, mayor retención/generación de negocio, pero no debería ser condición necesaria. Las PYMES pueden competidor ofreciendo un plus de calidad, de proximidad y cercanía al cliente, desarrollando "océanos azules" dentro del rojizo mundo del comercio internacional. No obstante, la resistencia y resiliencia de las organizaciones estará directamente supeditado al Cash-Flow financiero. La debilidad estructural que padecemos de manera generalizada en el país, las adversidades crediticias y el limitado ratio de provisiones de todos los estamentos auguran un drama inmediato, con cierres indeseables y muchos españoles que pasan a categorizarse como "población vulnerable". Ante este panorama, pues como el coronavirus toca, rebrotar. Lo famosos brotes verdes logísticos.
Para hacerlos realidad, hay que planificar nuevas estrategias, llevando a cabo acciones acorde con la Nueva Realidad. Quedarse en la receta "siempre lo hemos hecho así" puede no ser la opción más recomendable. Que rebrotar resulte mejor que morir en el intento, está en nuestras manos. Somos actores principales manejando este escenario post COVID-19.