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Ir a Mallorca para llegar al agua
El pasado 22 de noviembre Mónica Oltra dijo "un día tendremos que ir caminando a Mallorca para llegar al agua". La frase no pasaría de ser una boutade de las muchas que se dicen en los mítines de los partidos políticos con el fin de calentar el ambiente. El problema es que esta frase no se dijo en un mitin sino en la rueda de prensa habitual tras el pleno del Consell en la que la Vicepresidenta primera y portavoz traslada a los medios los acuerdos más importantes adoptados en la reunión del gobierno de la Comunitat Valenciana. Estoy convencido de que nuestro gobierno autonómico no dedicó tiempo alguno en su reunión del 22 de noviembre a analizar la mejor forma de llegar a Mallorca desde las costas valencianas. La pregunta entonces es: ¿sigue la Vicepresidenta primera confundiendo su condición de líder de una coalición de partidos con su puesto en el Gobierno de la Generalitat? Si es así, el asunto es grave porque lleva ya más de cuatro años en el cargo. Tiempo suficiente pasar saber desde dónde se habla a la ciudadanía en cada momento. Y más grave todavía si tenemos en cuenta que "El Consell es el órgano colegiado de gobierno de La Generalitat, que ostenta la potestad ejecutiva y reglamentaria. En particular, dirige la Administración, que se encuentra bajo la autoridad de La Generalitat" (artículo 29 apartado 1 del nuestro Estatuto de Autonomía).
La cuestión de fondo es el problema que se va asentando, cada vez con más fuerza, sobre la verdad y el relato. En política parece que la verdad ha quedado supeditada al control del relato y como decía irónicamente uno de mis maestros: "si la verdad va por un camino diferente al que a mí me interesa, peor para la verdad". Esta manera de estar hoy en la sociedad es la que da pie a que determinadas personas y colectivos autoinvestidos de una supuesta superioridad moral nos digan que son ellos los que nos "van a salvar". Yo no estoy de acuerdo. No creo que Joan Romero, Joan Olmos, Esteban Gonzalez Pons y un largo etcétera de salvapatrias estén moralmente mejor capacitados que yo para dejar a nuestros hijos un mundo mejor. Lo fácil es decir "yo te salvaré"; lo difícil es hacerlo.
Frente a los que dicen NO a casi todo sin proponer alternativas, el colectivo representado por el Propeller trabaja en un nada fácil equilibrio y sin embargo comúnmente aceptado e interiorizado para seguir con la generación de empleo y riqueza sobre el imprescindible eje de la sostenibilidad y la responsabilidad social. La adaptación de los motores de los camiones a las normativas europeas sobre ecoeficiencia, la sustitución de los combustibles fósiles por otros menos contaminantes, la participación de nuestras empresas en proyectos europeos para la mejora ambiental, el apoyo al ADIF en los planes de electrificación de vías ferroviarias para ir erradicando la tracción diésel de las locomotoras, la implantación de sistemas para la generación de energías limpias en los entornos portuarios y un largo etcétera de actuaciones son medidas que llevamos poniendo en marcha en nuestras empresas desde hace años.
Igualmente la implantación en nuestras empresas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) es otra iniciativa en la que llevamos trabajando desde que, la Asamblea de Naciones Unidas en el año 2015, los aprobó a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Nuestro concepto de un mundo mejor se desarrolla sobre dos ejes que debemos mantener en
permanente equilibrio. El primero es el de la sostenibilidad. Queremos que nuestros hijos y nuestros nietos puedan seguir disfrutando de un entorno saludable que les facilite una vida digna. Para ello, para vivir con dignidad, es necesario el segundo eje. Una sociedad con un desarrollo socioeconómico que les ofrezca, al menos, las mismas oportunidades que hemos tenido nosotros.