La sociedad Low-Cost
En poco tiempo hemos pasado de la sociedad del bienestar, a la sociedad de la opulencia, y vamos encaminados hacia una sociedad low-cost, en el que el precio prima a la calidad.https://opcions.org/perill-low-cost-i-alternatives/
En la década de los 80s, se proliferó la venta de artículos con marca del distribuidor, las conocidas marcas blancas. Los commodities alimenticios, como el arroz, aceite o leche, así como los artículos de droguería, fueron los que empezaron a triunfar, especialmente cuando El Corte Inglés y Eroski potenciaron este tipo de producto en sus lineales, si bien fue SIMAGO la cadena pionera, lanzando su marca blanca en 1977. El concepto era "producto genérico más barato, pero el mismo producto que la marca", y en los inicios era así. Las marcas colocaban las etiquetas del supermercado en el mismo producto, pero a precios inferiores. En los 90s, se perturbó esta fórmula, acentuado con el desembarco de los hard-discounts (LIDL, Aldi, Mercadona), los cuales exigían precios inferiores a costa de la calidad y caducidad. En estos momentos, las diferencias entre marcas de fabricante y marcas blancas son notables en precio y calidad.
El españolito medio de los 80s era muy marquista, y destinaba una cuarta parte de su presupuesto de cesta de la compra en alimentación. Con la irrupción de las marcas de distribuidor, se pasó del 25% al 17% actual.
Del supermercado, pasamos a las farmacias, con medicamentos genéricos, low-cost, que en este caso mejoran los precios al haber caducado las patentes de las farmacéuticas propietarias de las moléculas y formulaciones. De ahí, llegaron las aerolíneas low-cost, que tratan a los pasajeros como mercancías, pero se vuela a precios irrisorios. En realidad, el propio término low-cost se popularizó con la irrupción de las aerolíneas de bajo precio.
Zara y sus competidores globales como MANGO, H&M, C&A, y ahora PRIMARK, supusieron un cambio radical en la vestimenta del ciudadano medio de la sociedad occidental. El concepto de fast-fashion llenó nuestros armarios de ropa barata que, eso sí, apenas dura una temporada.
Hoy por hoy, con la irrupción de TEMU, SHEIN y ALIEXPRESS en los mercados occidentales, se ha implantado la sociedad low-cost de manera irreparable. La brecha entre las clases bajas y medias respecto a las clases altas se acentúa de manera global, generando una divergencia entre ricos y pobres que genera 2 niveles en la sociedad.
Los trabajadores son cada día más pobres y los propietarios más ricos. En este escenario, es normal que la gente busque alternativas económicas a las necesidades de la vida. El slogan de TEMU, "compra como un millonario" es claro reflejo de los deseos y/o necesidades de la gran masa social de Occidente. Esta hambre consumista está alimentando las bases de datos chinas sobre los patrones de consumo de nuestra sociedad. No envían desde China tan barato sin un ente detrás que compre la información, financiando los envíos. Recordemos que la información es poder.
El tema de los automóviles es más preocupante y de candente actualidad. Los fabricantes europeos y americanos no pueden competir con los vehículos chinos, que son más baratos, y en el caso de los nuevos vehículos eléctricos, son hasta mejores.
El problema es que lo que aparenta, muchas veces no es lo que debería. Muchos productos tienen la misma forma, diseño, colores para una utilidad o funcionalidad, pero con el tiempo, lo barato sale caro.
La problemática se agrava cuando el mundo low-cost llega al sector servicios. Air B&B por ejemplo, está arruinando el alquiler residencial, el cual resulta menos lucroso que el alquiler vacacional, resulta un gran problema societario en las grandes urbes turísticas.
Cuando un servicio prioriza el precio a la calidad, el resultado obtenido puede resultar catastrófico, pudiendo redundar en más problemas que beneficios. En el sector del transporte y logística, el factor de calidad de servicio debe primar al precio. Transportar las mercancías en tiempo y forma es adecuado, y buscar el menor precio no suele facilitar los tiempos y formas adecuados.
Ignasi Llibertat