Logística Verde, Transporte Sostenible, Producción/Consumo de Cercanía, Economía Circular, se erigen en pilares fundamentales del Nuevo Green Deal logístico.

Esta pandemia COVID-19, ha supuesto un reset al sistema monetarista y un obvio alivio (necesario) para regenerar la salud del globo terráqueo. Un receso para tomar aire y poder pensar en el futuro inmediato del Nuevo Orden Mundial post-coronavirus, la susodicha Nueva Realidad. Pues lo cierto es que vivir en la ciudad sin boina de contaminación no está mal, pero parece un bienestar efímero si retornamos directamente al modelo de la antigua realidad.
Desde el año pasado, los demócratas Biden y Ocasio-Cortez promulgaron el Green New Deal (GND) como palanca para el estímulo de crecimiento fundamentado en raíces ecologistas, tratando de generar empleo con inyecciones keynesianas en industrias estratégicas, a la vez que afrontar el calentamiento climático (que afecta a EEUU con mayor virulencia cada año). El espíritu americano del GND tuvo buena (necesaria) acogida en la UE, la cual promocionó la Movilidad Sostenible a finales de 2019, #EUGreenDeal, bajo el Pacto Verde Europeo. Hay que reducir los gases de efecto invernadero del transporte el 90% de aquí al 2050, promoviendo ferrocarril o vías navegables, y el Cielo Único Europeo debe reducir las emisiones de la aviación sin coste alguno para los consumidores y las empresas. ¿Un gran reto para la antigua realidad logística? ¡Un imposible para la realidad logística actual! Se trata de una necesidad requerida en la nueva realidad logística… Pero, ¿cómo llegar a la fórmula del remedio? Ecuación compleja sin subvenciones ni sacrificios en pro de transportar contaminando lo menos posible, o mejor dicho, subsistir y dejar que futuras generaciones persistan en el planeta Tierra.

Pensar en el futuro es necesario, pero debemos actuar en el presente para seguir comiendo, seguir consumiendo, seguir viviendo la antigua o nueva realidad, ¿qué más da?, ¡queremos seguir viviendo nuestras vidas! y la logística moderna debe adaptarse a esta evidencia empírica, salvaguardando de alguna 'manera mágica' el problema de los costes y, de paso, contribuyendo a la ecología. Una flota marítima menos contaminante, tiene un coste elevado, bunker, catalizadores, astilleros. Menor tráfico aéreo para contaminar menos el cielo, pues tendrá un coste elevado para el sector y aerolíneas. Menos polución de la carretera, cuando ahora sobran cabezas tractoras, parece significar un cambio intrínseco de la estructura (necesaria) que habrá que trazar.

Transportar contaminando un 90% menos en 30 años de plazo es el reto, el objetivo marcado por la UE, el cual, hoy por hoy parece toda una utopía inalcanzable sin un cambio de paradigma logístico. Fijar objetivo políticos desde las administraciones públicas, para que sea el sector privado el ejecutor, es muy loable, pero ¿quién paga la fiesta? Duros a cuatro pesetas no es negocio, y el negocio logístico actual debe amoldarse a la evolución societaria, con esta vertiente ecologista, necesaria. Ahora bien, la adaptación, necesaria, además de requerir ingenio, audacia, planificación clara, estrategia definida y cambios organizativos, así como funcionales, va a tener costes, que forzosamente, deberían redundar en un mayor precio de las cosas, y dado que todas las cosas requieren logística. En realidad, necesitamos del New Green Deal logístico que logre la cuadratura del círculo, la ecuación que suponga la fórmula del remedio. Vivimos los momentos transición de antigua a nueva realidad, del nuevo orden mundial, de nuevos paradigmas y nuevas posibilidades logísticas, que necesariamente deben ser más ecológicas, con transportes verdes de última milla, drones, dark shops, hubs intermedios, 5G, etc.