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Veintepies : Opinión
      

Nepotismo portuario
VM, 19/02/2020

Veintepies está recogiendo la voz de los agentes sociales - empresas, asociaciones profesionales y sindicatos- contra el proyecto de remodelación de la zona de aparcamiento ubicada junto a los tinglados del puerto que planea La Marina de València, titular de los terrenos.

Según han adelantado a este medio fuentes del sector, la medida prohibirá el paso de vehículos a las actuales zonas de aparcamiento que utilizan miles de profesionales diariamente y para los que el coche es una herramienta de trabajo. Desplazarse a las terminales de contenedores o a los diversos organismos que se ubican en el recinto portuario forma parte de su día a día. Es decir, no vienen en coche por capricho; el coche es un imperativo laboral.

Peatonalizar La Marina de València, fomentar el uso de la bicicleta, parece ser el principal objetivo de los actuales responsables del Consorcio Valencia 2007. Nadie en su sano juicio pondría un pero a este modelo sostenible, a una mejor gestión de la movilidad. Salvo por el nepotismo que destila la medida: mientras planean, con un total desconocimiento del sector, como subrayan algunos de los interlocutores que hemos consultado, eliminar aparcamientos para los profesionales que trabajan en la histórica calle portuaria J.J. Dómine y alrededores, tanto los directivos de La Marina de València como sus empleados sí van a disfrutar de su propio aparcamiento a pie de puerta. A eso se añade que, de seguir adelante con la idea, también tendrían acceso al interior del recinto los usuarios de sus propias concesiones, como Lanzadera o la escuela de negocios EDEM. No hay agua para todos, como dice el refrán. Solo para los elegidos.

Afirma con ironía un conocido agente del sector marítimo que, "ni los que van a pescar llisas ni los que van en bicicleta dejan un euro para esta ciudad". Quiere decir con ello que dificultar el acceso de los profesionales que desarrollan su tarea en lo que puede considerarse la "zona de oficinas" del puerto de Valencia, no beneficia a nadie y perjudica al conjunto de la economía valenciana. Cientos de empresas se ubican tanto en la citada calle como en las inmediaciones de la avenida del Puerto y las calles aledañas.

Una vez más parece que nos obligan a elegir entre sostenibilidad y desarrollo económico. Entre los que creen defender el interés de las personas frente al crecimiento de los negocios. Y una vez más se olvidan de que lo uno va inevitablemente ligado a lo otro. La actividad portuaria repercute en la ciudad de manera rotunda, pero lo hace en positivo. La competitividad, resultado del buen trabajo de los profesionales del sector, incide en la buena marcha de la economía y permite al ciudadano disfrutar de bienes y servicios a precios más razonables y con comodidad. ¿Hay alguien que quiera renunciar a este nivel de desarrollo? Es posible que menos enfrentamiento y más entendimiento contribuya a construir una ciudad mejor. Para todos y todas.


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