Editorial
La formación: una de las fórmulas para reducir accidentes
Está claro que hay accidentes que se pueden asociar a la casualidad o a la mala suerte, como el sucedido el pasado martes, día 13 para más inri.
Este día fallecía Jaime Riera, joven profesional de 19 años de edad, a causa del desprendimiento de una pieza metálica diseñada para sujetar la pluma de la grúa, una vez finalizada la operación.
La circunstancia se produjo al coincidir dos operaciones al mismo tiempo, ambas sin ningún riesgo aparente. El gruero colocando la pluma de la grúa en su sitio, una vez finalizada la operación de carga de contenedores, y el estibador trincando los contenedores. Nadie se podía espera que la pieza en cuestión se pudiera desoldar de su anclaje y fuera a caer precisamente donde se encontraba Jaime Riera.
Esta lamentable desgracia, asociada a la coincidencia, sumada a la producida hace tres meses y unos días, también señalada de mala suerte, debe permitir analizar un factor que es muy importante en la operativa portuaria como es la formación. En estos días transcurridos, en los que todos estamos afectados por la desgracia sufrida, en los muelles hay una mayor sensibilidad por la complejidad y el peligro que conllevan las operaciones portuarias y la importancia que tiene trabajar con gente cualificada y con los medios adecuados.
Algunos comentarios han estado dirigidos a la escasa formación que se les imparte a los trabajadores portuarios que están ingresando en los últimos tiempos, con el riesgo que ello conlleva para su propia integridad y la de sus compañeros.
Los accidentes sucedidos en los últimos tiempos y la propia complejidad de las operaciones
portuarias, donde coinciden a la vez distintos tipos de manipulaciones, con mayor incidencia cuando se trata de buques polivalentes, por seguridad de todos, instan a establecer cursos de formación ajustados a las necesidades reales que se producen en la operativa diaria. Las exigencias en formación tienen que ser como mínimo las que requiera el trabajo a realizar.
Hace una semana aproximadamente los trabajadores portuarios, pertenecientes al censo de la Sociedad Estatal de Estiba y Desestiba del Puerto de Valencia, celebraron una Asamblea General, convocada por el Comité de Empresa que preside Aurelio Gabarda, creo que con gran sentido común, para estudiar la propuesta presentada por TCV Stevedoring Company al citado comité de formar un grupo de trabajadores especializados en mercancía general. Después de su debate, no quedó muy clara la postura de la Asamblea. Se delegó la decisión en el Comité de Empresa, que parece ser que va a llevar adelante esta propuesta. Una cosa está clara: hoy en día la operativa portuaria requiere especialización.
En Valencia ya hemos visto en los últimos años como se han ido perdiendo determinados tipos de tráfico, tanto por falta de productividad como por exceso de coste frente a otros puertos.
Está claro que Valencia apostó por el tráfico de contenedores en su día, acertando por la gran
evolución que éste ha tenido y está teniendo en el transporte mundial. Pero eso no significa desatender otros tipos de tráficos que también se manipulan en este puerto y que generan mano de obra ocupada y beneficios o ingresos para todas las partes que intervienen en la cadena.
Hoy en día la competencia entre puertos es cada día más fuerte y la productividad es fundamental para poder supervivir. De ahí que todas las partes se tienen que implicar: las empresas en aportar nuevas tecnologías y sistemas de gestión y los trabajadores en especializarse. De ahí que la formación sea doblemente importante por un lado para evitar accidentes y, por otro, para poder optimizar las nuevas tecnologías, dando el servicio que requieren los clientes, máxime en un puerto como el de Valencia, de carácter interoceánico y por la enorme competitividad que hay hoy en día.
Aplicar la formación es una obligación de todas las partes, pero con la suficiente rigurosidad y exigencia que necesitan las operaciones que tienen que realizarse. Por el hecho de ser tolerantes no se beneficia a los trabajadores, ya que en algunas ocasiones les va la vida en ello.