Llegas feliz! Aunque, no te acuerdas de donde has dejado el coche, ni el piso, ni la ubicación, porque como hemos puesto pies en polvorosa, pues eso, tres horas para encontrarlo, otras tres, para descubrir donde se paga el dichoso ticket que además no sabes muy bien que hay que hacer con él.

Por fin, están dentro de tu coche, respirando compuestos carbónicos divinamente, has pagado sin problemas y ahora te dispones a salir.

En este caso hay tres alternativas, a cual más complicada. Primero, intentas buscar la salida y piensas que allí encontrarás una máquina en la que meter el papelito, craso error, en uno de tus despistes te la has dejado metros más atrás y la cola de coches que hay no te deja retroceder.

Segundo, efectivamente, encuentras la máquina pero te has equivocado de dirección metiéndote en dirección contraria. Has vuelto a retroceder pero los coches que hay tras de tí no te dejan colocar bien tu utilitario con lo que el sensor de la dichosa maquinita no percibe tu coche, con lo que el maldito ticket no entra y, además, tu coche está malamente situado a la hora de salir.

Y Tercer supuesto, aunque pueden haber más. No tienes ticket porque el parking, “está
equipado con tecnología punta” y sube la barrera cuando tiras una moneda en un cubo, lo juro. Y En el trayecto de la caja registradora al cubito en cuestión te las has apañado para perder la monedita, por supuesto también tienes una buena cola de coches detrás, porque llevamos una hora parados buscándola.

Estas situaciones suelen acabar con el vigilante del parking que ha llegado a salvar la situación y te mira como diciendo, ya decía yo que este elemento me iba a dar el día, tu quieres que la tierra te trague (cuantas veces he pensado esto ¿verdad?) y un enjambre de bocinazos hacen de banda sonora cuya letra está compuesta por algunos bonitos insultos que sólo se redoblarán cuando a mitad de rampita se te ocurre meter segunda y se te cala el coche. Aquí sí, súper acelerón y que se aparte quien pueda. A estas alturas creerán que lo mío con el coche no tiene nombre pero seguro que no soy la única persona humana en la tierra a la que su coche le ofrece estos buenos momentos.

¡Si no fuera por estos ratos...!

En el centro de la tierra (I)