Veintepies :: En el centro de la tierra (I)

OPINION

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Tropiezos

En el centro de la tierra (I)
Avirul, 27/02/2004

Que tendrán los parking públicos que nunca que entro a uno consigo salir como las personas normales. Existen mil anécdotas en mi cabeza relacionadas con este tipo de lugares subterráneos, a poder ser, en el que milagrosamente conseguimos entrar, aparcar y salir ilesos.

Lo de salir ilesos lo digo porque las veces que me he visto en la obligación de entrar en uno de ellos el pensamiento de "no voy a poder salir nunca de aquí" me asalta continuamente, como si de una película de miedo se tratase.

Primera experiencia. Siempre la más trágica, aunque en este caso las he vivido peores. Después de dar así como 20 vueltas a la zona de la ciudad en la que me quiero quedar al menos una hora, me armo de valor y decido rascarme el bolsillo y encomendarme a todos los santos, hoy voy a meterme en un parking.

Entramos con aparente normalidad, primera prueba superada, llegamos a la maquinita de la entrada en la que tenemos que recoger un ticket, nuestro brazo no da para más, tenemos medio cuerpo fuera del coche y aun así no logramos coger el maldito papel, al final tenemos que salirnos de nuestro utilitario y entrar como el rayo para que no se baje la barrera y nos hunda el coche. Acelerón impresionante que deja al vigilante anonadado y a la expectativa de la pieza motorizada que acaba de entrar, estamos seguros que nos vigila constantemente por todo el parking mientras conseguimos, primero, encontrar un sitio libre, y segundo, aparcar en el miniespacio en el que se supone que cabe un coche. El sudor de nuestras manos y la ausencia de dirección asistida nos hacen perder como 10 minutos antes de atinar con la posición, aun así te parece que en el empeño alguien a debido salir malparado, de todas formas te alejas con rapidez de tu coche, que ya has perdido bastante tiempo.

Durante el rato que estás fuera hasta se te olvida la que te espera para salir, estás feliz haciendo tus cositas por ahí, pensando “mira que bien lo de los parking, un poco caros pero no están mal”. ¡Qué atrevida es la ignorancia, Dios mío! Porque, si era difícil entrar...

( Continuará)


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