En memoria de ARturo Virosque
Cristina Saiz, 14/02/2013
Vaya por delante que nunca me ha unido una relación de amistad con Arturo Virosque. Y, no me entiendan mal, quiero decir lo que he dicho: apenas tuve la oportunidad de disfrutar de un cuerpo a cuerpo periodístico con el empresario y creo que sólo en una ocasión visité su despacho en la Cámara de Comercio de Valencia. Lo digo sólo para que entiendan que este humilde homenaje no viene de la mano del cariño y la convivencia, sino del respeto y la admiración.
Iba a continuar diciendo que la verborrea de Arturo Virosque era por todos conocida, pero me he tenido que contener al encontrar en la RAE que la definición del término no es otra que “verbosidad excesiva”. Puede que Virosque fuera excesivo, sí, pero no por utilizar demasiadas palabras, sino por arrastrar sus convicciones hasta las últimas consecuencias.
Cuando Arturo Virosque fue elegido presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, la que suscribe tenía poco más de veinte años. Digo esto para que entiendan porque cuando coincidí con él por primera vez en un acto público, allá por 1996, me infundió profundo respeto. Y no era lo habitual, no crean, la mayoría del entorno empresarial me infundía por aquel entonces temor. Después de ese momento, y debido a lo múltiples cargos de responsabilidad que ocupó (presidente de la Cámara de Valencia, del Consejo de Cámaras, presidente de la FVET y vicepresidente de la CETM) he sido testigo directo de muchas de sus intervenciones. En todas he salido del salón de actos de turno pensando: “Este hombre se cree lo que dice”. No es lo habitual, ya lo saben, así que al respeto sumé a su favor la admiración.
En este tiempo he tenido el gusto de asistir a varias Noches de la Economía Valenciana , esos encuentros multitudinarios, celebrados casi siempre en Feria Valencia, en la que siempre pensé que sólo podían estar disfrutando los empresarios distinguidos y no tanto por el galardón como por el minuto de gloria (o de publicidad y contratos) que les garantizaba el video promocional que daba pie al premio.
A lo que vamos. Cuando ya todos los presentes estábamos convencidos de que la jornada (maratoniana) había llegado a su fin y sólo faltaba por honrar a Valencia con el himno, Arturo Virosque se desplazaba con cierta dificultad hasta el atril, ondeaba ante él un puñado de folios (no menos de diez o quince, no crean), bebía agua, bebía otra vez agua y arremetía contra unos y otros con una convicción que ya quisieran otros. Gracias a él oí por primera vez reclamar “infraestructuras” y gracias a él creo que las empresas valencianas ganaron posiciones ante la sociedad y ante la administración.
Al político de turno (Virosque conoció varios presidentes del gobierno valenciano) no le quedaba más remedio que atender, a veces cerca de una hora, el discurso del presidente de la Cámara de Comercio, que se cortaba poco y entre frase y frase entrelazaba los nombres de pila de los mandamases (“Eduardo” o “Paco”) para hacer sus reclamaciones, si cabe, más cercanas y firmes. Pues aunque no se lo crean, el político en cuestión aguantaba estoicamente y yo creo que lo hacía porque en lo más hondo sabía que Arturo Virosque peleaba por las empresas, por los empresarios y por la economía mucho más que aquellos que lo tenían como mandato. Y lo hacía con un vigor que paliaba la ocasional falta de argumentos.
A esta faceta al frente del empresariado se suma la de empresario y sobre todo la de empresario del transporte. El pasado mes de julio los tinglados del puerto de Valencia soportaban a duras penas los treinta y pico grados de rigor y acogían la tradicional bendición de camiones de San Cristóbal. A sus ochenta y tantos, allí estaba Arturo Virosque en mangas de camisa apoyando aquello que tanto había amado, despojado ya de títulos y cargos. “No quiero homenajes” dijo cuando se despidió de la presidencia de la Cámara. En 2009 acusaba a los políticos de embusteros y vaticinaba que en 2012 los jubilados dejarían de cobrar las pensiones. No andaba desencaminado Virosque.
Descanse, Arturo. Se lo ha ganado.
Cristina Saiz
Directora Valencia Marítima