Estoy un poco cansada de oir malas noticias. Imagino que como ustedes. El hecho es que hace ya muchas lunas que Moody's y las primas de riesgo y los datos del paro y las empresas que cierran la persiana conviven con nosotros cada vez con más normalidad (preocupante normalidad).

Pero tampoco me acaba de gustar el otro estribillo. El de que hay que ser optimistas y afrontar los obstáculos unidos porque el esfuerzo y el trabajo son la única manera de salir y la cosa no pinta tan negra. Cada vez con más convicción pienso que la virtud debe estar en el término medio y confío a pies juntillas en que lo que nos conviene es ser realistas. Y para eso es imprescindible ser críticos. Mirarnos un poco en el espejo (no el ombligo, claro) y hacer un análisis feroz de todo lo que hemos hecho mal, corregirlo y rezarle al dios mercado en la confianza de que escuchará las plegarias.

Supongo que lo que yo piense a la mayoría le traerá al pairo. Doy estos rodeos para llegar al concepto del realismo. Y en ese plano, el de la realidad, los medios de comunicación tenemos (deberíamos tener) mucho que decir. Valencia Marítima cumple diez años desde que arrancó con su segunda etapa. Una década que (para qué engañarnos) ha sido en sus albores muy de brotes verdes y en la recta final nos está haciendo sudar la camiseta.

En junio de 2002 se abría para nosotros una nueva etapa, de muchas dudas (¡bendita la duda siempre!), de pocas horas de sueño y de ilusión a borbotones. Desde las páginas de este diario hemos visto crecer a los puertos y al sector logístico. Hemos visto como el transporte marítimo y la logística adquirían un protagonismo que siempre tuvieron pero que no siempre se les había reconocido y también hemos tenido la oportunidad de darles muy buenas noticias.

Como sabrán, una de las máximas del periodismo dice “good news, no news”. Pues me permito contradecir este pilar de la profesión y también me atrevo a desconfiar del "no news, good news". La información es siempre vital y, aunque no siempre seamos conscientes, nos movemos siempre en torno a ella. Hay que recibir inputs (¿qué son, sino información?) para poder sacar outputs (que no son otra cosa que respuestas, soluciones, proyectos…). Así que a pesar de estar moviéndonos en terreno fangoso (lo digo por la extendida desinformación) mantengo mi fe en el maltrecho cuarto poder, aunque ya no sea ni cuarto ni poder.

Y desde esa confianza cada día nos acercamos a su mesa de trabajo y desde las páginas de papel o el lenguaje digital les contamos lo que sabemos, lo que nos han dicho o lo que les puede ayudar a ganar posiciones en el tablero y no salir al terreno a puerta gayola. Con sinceridad les digo que ahora es aún más difícil; no sólo por las dudas que genera saber si uno lo hace todo lo bien que debe o que puede, sino también porque el miedo obliga a agudizar los sentidos y tratamos de hilar fino para encontrar el equilibrio y seguir siendo útiles.

Soy también realista si les digo que ahora más que nunca estamos a su lado. No hace falta que les cuente que el sector logístico y el transporte atraviesan momentos difíciles, pero también sabrán que los medios de comunicación son uno de los colectivos más golpeados por la crisis. Estamos en el mismo bando. De su parte y de la nuestra. De la de salir de ésta y, si puede ser, salir más fuertes y volver otra vez a levantar nuestras copas por lo que sea.

En las primeras páginas de uno de los últimos libros que he leído dice el poeta ovetense Ángel González: “Nada permanece. Nada es lo mismo. Sólo las morcillas de mi pueblo y la historia: las dos se hacen con sangre, se repiten”. No se trata de ponerse agorero, pero sí de aprovechar lo que de bueno tiene esta cita para lo que nos ocupa. Que la historia se repita, espero que mejorada, y que el verde se imponga otra vez sobre los números rojos que nos acribillan. Mientras tanto, les invitamos a compartir una década más. Gracias por la confianza.

Por Cristina Saiz Soriano
Directora Valencia Marítima