Hasta hace unos días para todos nosotros la palabra “Concordia” significaba pacto para conseguir armonía, entre partes que mantienen un litigio o un estado de conformidad o unión.
A partir de ahora añadiremos un significado nuevo, que nos traerá los recuerdos del naufragio de un crucero ocurrido en las costas italianas justo cuando hacía 100 años del “naufragio de los naufragios” que no es otro que el del Titanic.
El Titanic tenía una eslora de 269 metros, una manga de más de 28 metros y un total de 2.227 personas abordo, mientras que el “Costa Concordia” tiene 290 metros de eslora, 36 metros de manga y navegaba con 4.229 pasajeros, casi el doble. El naufragio del Titanic supuso un antes y un después en la seguridad de los cruceros, incluso el tipo de accidente se quedó con el paso del tiempo como el “Efecto Titanic”, que es cuando una roca choca con el casco y lo abre como si fuera un abrelatas. Se empezaron a tomar medidas que tras los 100 años transcurridos muchas siguen vigentes, y quizás alguna de ellas ha salvado muchas vidas en el naufragio del “Costa Concordia”. Una de ellas era la situación de los botes salvavidas, que si no recuerdo mal en el Titanic que estaban repartidos en proa y popa, pero a un mismo costado, hoy día están repartidos a ambos costados y en cada costado el mismo número de plazas como pasajeros pueden ir en total dentro del buque. Esta medida se tomo para evitar que la parte sumergida en el accidente no coincidiera donde estaban los botes salvavidas. Acierto.
En el “Concordia” se quedaron solos los pasajeros sin ninguna coordinación ni ayuda por parte de nadie, es más nadie ayudaba a nadie, solo los cocineros y los camareros echaron valor a la situación y fueron los que iban soltando los botes, eso si, teniendo que recurrir a unas hachas para poder soltarlos ya que no podían de otra manera.
Los valientes se tiraban al agua cuando empezaban a notar que el barco se escoraba hundiéndose e incluso animaban al resto para que lo hiciera, los valientes se tiraban y para aguantar los 8 grados centígrados del agua tenían que nadar sin descanso y de ese modo evitar morir congelados. Aunque ellos no lo sabían la costa estaba a 20 minutos de nado, nado en plena oscuridad solo a palpas y guiados por las luces costeras.
Solos, sin ayuda, sin organización y sin ideas, cada uno de los pasajeros tuvo que recurrir al “Sálvese quien pueda” de antaño, ya que los integrantes de la tripulación del lujoso crucero hacía más de un año que no habían hecho un simulacro de evacuación. El Capitán, vete tú a saber desde donde, una hora más tarde del accidente dio la orden de evacuar el barco, eso si, a este Capitán le tocó la lotería, como a algún político le toca casi todos los años la lotería de Navidad, y tuvo la gran suerte de “caer” encima del techo de uno de los botes de salvamento ….. y para más inri llegó a la costa con el 1º Oficial.
Eso sí, desde la costa “salvó” miles de vidas porque tenía mejor visión y perspectiva del barco …… en plena noche cerrada ¿No?.
En fin, la gracia de pasar entre rocas a unos pocos metros de la costa para que el “metre” salude a no sé quien en plena noche, le va a costar a ese hombre llevar más de una treintena de muertes a sus espaldas de por vida, que sin duda es lo peor de estos casos, las muertes. A la compañía le va a costar, si las cuentas le salen, pagar la mitad (800 millones de Euros) del valor del barco, si se deciden reflotarlo y repararlo. Los seguros y las indemnizaciones ya son otra cosa… Como el seguro se acoja a cualquier minucia, que me juego un chavo que así será pero ojala me equivoque, las indemnizaciones seguirán engordando las arcas de la compañía de seguros y nadie verá un duro. Entonces recurrirán a la compañía naviera, y claro, como los de este mundillo intuimos, el “Costa Concordia” será una empresa única, así como cada uno de los buques de la compañía, sin poner en peligro a la compañía en general ni a ninguno del resto de sus barcos, como son distintas empresas …
Todo esto me hace preguntarme, y quizás a más de uno, si cuando subimos a cualquier nave, sea flotante en el mar como en el aire, estamos en buenas manos en caso de peligro. Todas estas personas que hacen el “paripé” nada más subirmos, mostrándonos lo que tenemos que hacer en caso de emergencia … ¿Están realmente preparadas para mantener la calma y la sangre fría de ser los últim@s para todo y orientarnos? ¿O como hemos dicho antes, hemos vuelto al “Sálvese quien pueda?.
No quiero ni saberlo. Ayyy ¡¡¡ … si el Capitán Smith levantara la cabeza.
Nacho Cigalat
nacho.cigalat@yachtsinmotion.es