Tras los últimos acontecimientos que han tenido lugar hace unos días en las altas torres de control de los aeropuertos, ya ha vuelto todo a la normalidad. Pero ya está el mal hecho, no vale ahora con pedir perdón, porque a buen seguro que a más de uno se le puede haber cambiado el rumbo de su vida, principalmente para mal.
Había personas que tenían su billete para volar de una parte a otra de España y pasar el mal rato de hacer el examen para optar a unas cuantas plazas de farero que habían preparado durante años. A estas personas quizás se les ha fastidiado su futuro, porque a saber cuando son las siguientes. Otras que con los ahorros de los último meses iban a pasar unos días de vacaciones y como mínimo han perdido sus vacaciones en su lugar soñado por el estar en el aeropuerto pertinente.
No vamos a pensar que todo fue negativo, seguro que en algún aeropuerto de España y con tanta convivencia dentro de ellos, alguien podrá contar una historia de amor transcurrida en esas largas colas y en esas largas esperas en tan pequeño recinto.
Creo que todos estos episodios darían suficiente para un guión de una película, no solo por el caos que esta decisión unilateral provocó en los distintos aeropuertos de España, sino por las distintas historias que se han desarrollado a raíz de esta mala decisión repentina.
Una baja masiva de los controladores ha provocado el caos en el tráfico aéreo porque el día de antes se había comentado lo de la privatización del colectivo. ¿De qué se asustan? ¿Por qué no podían haber hecho una huelga como todo hijo de vecino? Simplemente es porque este gobierno y todos los anteriores les han dado ciertos privilegios que han llevado a este sector a creerse más de lo que son.
Tal y como explica la propia página de Aena, para ser controlador aéreo no se requiere una inteligencia especial, aunque sí una gran responsabilidad y resistencia al estrés, puesto que de su trabajo dependen muchas vidas. El trabajo consiste fundamentalmente en ordenar los vuelos de forma que se evite que dos vuelos no ocupen nunca el mismo espacio aéreo al mismo tiempo. Para ello los controladores reciben una formación específica que tradicionalmente se ha impartido en Senasa, un organismo dependiente del Ministerio de Fomento.
¿Qué hubieran pensado los controladores aéreos si hubieran acudido a un hospital con algún familiar enfermo y les dijeran que no les pueden atender porque todos los médicos han dejado su puesto de trabajo? Y estos trabajan más de 2100 horas al año con sueldo muy por debajo que los suyos y con un estrés provocado por mil y una situación, sin mencionar la muerte de pacientes a pesar del esfuerzo realizado. Y a pesar de todo esto ….. no se quejan, ni hacen huelgas y mucho menos abandonar su puesto de trabajo. Esto es lo que faltaba para nuestra imagen en el resto del mundo.
Lamentablemente no es el único colectivo que puede paralizar un país, hay un colectivo que ha disfrutado de los mismos privilegios, en este, nuestro sector, que ha sido durante años la lucha personalizada para que no les quiten ni un ápice de su calidad de vida en el trabajo. Son los auténticos privilegiados del sector que han sabido presionar lo suficiente para estar en la parte más alta de la pirámide del mismo.
Solo hay que verlos, a su gran mayoría, en su día a día, los hay con tanta cara que con su silla de playa incorporada, pasan sus muchas horas de jornada laboral sentados con un pito en la boca y que lo hacen sonar de vez en cuando. Cuando alguna cámara aparece por cualquier motivo, no se dejan grabar, porque ellos mismos se avergüenzan de ciertos momentos de su jornada laboral.
Todos justifican lógicamente su trabajo, y siempre hay quien paga los platos rotos del resto pero es más que sabido que los más decentes se preocupan de realizar trabajos que se puede contabilizar su labor y es ahí donde se ganan su dignidad.
Cuando un colectivo hace pasar por el aro a todo un sector es que algo falla. Pero la solución, lamentablemente y a buen seguro, se cobraría muchos puestos de trabajo, pero se acabaría con parte de la lacra. Esta solución pasaría por tener meses parado todo un puerto para poner a cada uno en su sitio y seguro que la situación cambiaría …… pero claro, ¿A qué precio?
“Malditos roedores …..”
Nacho Cigalat
nacho.cigalat@yachtsinmotion.es