Veintepies :: El desvario colectivo y el fin de las extravagancias

OPINION

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Veintepies : Opinión
      

El desvario colectivo y el fin de las extravagancias
VM, 24/09/2008

Afortunadamente para la humanidad, septiembre de 2.008 pasará a la historia como la escenificación del fracaso no de la economía de mercado, sino del fracaso de poner el mercado sólo al servicio de la economía.

En 1.989, de manera casi simétrica al derrumbe del modelo colectivista de la Unión Soviética, los Estados Unidos de América quisieron elevar su predominio mundial sobre los fundamentos neoliberales del Consenso de Washington, más preocupados por la macro que por la microeconomía del resto de los países, y estableciendo una reglas de juego, casi sin reglas, en el ámbito financiero.

Desde entonces, el control de la inflación, la estabilidad presupuestaria, el dinero barato y la absoluta libertad en el movimiento de capitales fueron consideradas como bases suficientes para un crecimiento sin fin, a pasar de los tremendos avisos como la subida ininterrumpida de los precios de la energía, el continuo endeudamiento, los movimientos migratorios o el cambio climático.

Mientras, las familias del primer mundo olvidaban la propensión al ahorro, hacían de sus hipotecas signo externo de riqueza, aumentaban de manera exponencial el consumo de antidepresivos, escuchaban hablar de “bonos basura” y de “activos tóxicos” en referencia al mercado de capitales y admiraban a los ejecutivos de éxito a los que apodaban “tiburones”.

No pasa de ser una caricatura y una simplificación resumir en un artículo de opinión la explicación de acontecimientos históricos tan complejos como los que está viviendo el mundo actual. Pero también es cierto que los principios de estabilidad individual y colectiva desde que tenemos conocimiento de la economía de mercado, ni son tan complejos ni han cambiado tanto a lo largo de la historia. La teoría económica basada en los recursos escasos sigue estando hoy de tremenda actualidad.

Nunca alegra el sufrimiento ajeno y más cuando siempre lo pagan los más débiles. En nuestro mundo occidental, el que llamamos civilizado, continúa, en los últimos veinte años, la enorme brecha de pobreza y de exclusión social que, gracias a la televisión por satélite y a Internet, contemplan el disfrute ilimitado y las oportunidades para una vida mejor en el primer mundo.

Yo creo que la lección más positiva de los últimos acontecimientos en Wall Street ha sido que el propio líder ha tenido que decir al mundo que así no podemos seguir. Que el orden económico salido de la Segunda Guerra Mundial necesita de una profunda actualización. Que el sumatorio de las conductas individuales nos esta llevando al más absoluto de los fracasos.

Memos mal que nos queda la otra vida para disponer de cierta dosis de consuelo.

Juan M. Esquembre
Economista


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