Debates con preservativo
Dicen los cronistas que no lo hacían desde hace quince años. Un período éste lo suficientemente largo como para producir una seria atrofia; como para olvidarse de cómo se hace; como para olvidarse, digo, cómo llegar al clímax que produce ese placer que llega desde la cabeza hasta los pies.
Pues mire, apreciado lector, lo que son las cosas, después de tanta privación, la pareja me ha defraudado. En vez de abandonarse hacia la improvisación, la ironía, la réplica, la contrarréplica, la sorpresa, el atrevimiento, la novedad, la irreverencia o la trasgresión, han tenido una función en dos actos totalmente planificada.
Ahora tú. Ahora yo.Te toca a ti. Me toca a mí.Yo delante. Tú detrás.Yo miro el reloj. Tu miras la chuleta.Yo sonrío. Tu pones ojos lascivos.Tu te despides. Yo también.Todo con luz tenue, pero que se vea. Y el termostato, con temperatura controlada, no vayamos a sudar.
Y es que así no hay manera de disfrutar.
Tampoco se pueden pedir peras al olmo, estando quince años sin hacerlo. Después de tanto tiempo son normales las vergüenzas, el recato, las dudas, la falta de espontaneidad, el pudor, la buena educación y hasta el preservativo. Había que proteger a la pareja. Al fin y al cabo no son un matrimonio, como diría la Conferencia Episcopal.
Quizás un mayor y mejor número de revolcones pasionales desde los bancos del Congreso, durante toda la legislatura, hubiera supuesto para la pareja un entrenamiento necesario para estar más relajados y desinhibidos. Y lo que es más importante, para haber gozado y habernos hecho gozar del sublime momento.
Otra vez será.
Juan M. Esquembre
Consejero de TC Shipping