Veintepies :: Automatización: una estrategia de competitividad. Por Juan Esquembre

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Automatización: una estrategia de competitividad. Por Juan Esquembre
No debería ser sinónimo de sarcasmo hablar de "Automatización" en los procesos de manipulación portuaria aunque nos pudiera parecer que el tren se ha perdido.
Bien es verdad que hoy puede resultar difícil iniciar cualquier movimiento que consista, como ocurre en otros sectores de la economía, en transferir tareas realizadas habitualmente por personas, hacia un conjunto de elementos o artilugios de moderna tecnología con el objetivo de incrementar la productividad, disminuir los costes, realizar operaciones imposibles de controlar manualmente, mejorar la disponibilidad de los factores que intervienen en la operación portuaria, incrementar la seguridad laboral e incluso, mejorar las condiciones ambientales de los trabajadores.
VM, 10/12/2007

En este mundo que llamamos globalizado y competitivo, los puertos anclados en la tradición tienen ante sí el reto de adecuarse a las exigencias de las cadenas de suministro porque la competencia, cada día, resulta más complicada de definir. Vivimos instalados en un sistema de intercambios comerciales enormemente dinámico y el atraso, tarde o temprano, se suele pagar.

Que algunos puertos gocen de una cómoda posición geoestratégica no significa que sus disfunciones puedan mantenerse a largo plazo, aunque en el corto y mediano plazo el precio final de las mercancías o el patrimonio de las empresas puedan soportar los sobrecostes.

Es cierto que la última transformación o revolución del sistema de transporte multimodal ha contribuido a eliminar un buen número de obstáculos y barreras al desarrollo del comercio mundial, por encima de los éxitos cuestionables de las últimas "Rondas" del GATT o de la actual Organización Mundial del Comercio, sin que ello signifique desmerecer sus esfuerzos.

Los incrementos de capacidad, las frecuencias, los niveles de flete, así como la distribución terrestre del tráfico de contenedores están teniendo una incidencia decisiva en la ampliación de los tradicionales mercados nacionales y regionales.
Nos encontramos pues ante un panorama en donde la flexibilidad, la incorporación de la tecnología, las exigencias de rapidez y puntualidad, deben compatibilizarse con una reducción del porcentaje de la mano de obra directa en el precio final del producto o del servicio.

Ello no quiere decir que se deba aplicar una fórmula radical o que la automatización sea un proceso de aplicación inmediata. No lo es. La automatización, considerada como aprovechamiento eficiente de los desarrollos de la tecnología, necesita de una formación profesional adecuada y completa en el sentido de abarcar a todos los elementos del sistema. Y esto lleva su tiempo.

Sin embargo, entiendo que es necesaria una inquietud generalizada y consecuente que dé fortalezas para iniciar el proceso de aprovechamiento de las oportunidades que brindan las nuevas tecnologías aplicadas a la automatización en las operaciones portuarias.

No resultaría elegante, en un artículo de opinión, relatar ejemplos que se están experimentando en puertos asiáticos o iberoamericanos como resultado de estas inquietudes colectivas. Tampoco es prudente esperar el milagro de Bruselas para que nos resuelva nuestros problemas, porque ese milagro no se va a producir.

Finalmente, si algo de positivo, además del mero turismo, pueden tener las visitas a puertos de vanguardia es que nos dan la oportunidad, y yo diría que la obligación, de comprobar y conocer cuales han sido las bases, el conocimiento y el esfuerzo colectivo que han posibilitado con éxito implantar sistemas altamente automatizados en las operaciones y en los procesos portuarios.




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