Los componentes de la productividad
Con cierta sorpresa que a la vez celebro, está cundiendo en el sector portuario la preocupación por la productividad y no sólo en las clásicas operaciones portuarias de carga y descarga de mercancías.
No creo exagerar, pero una preocupación colectiva por incrementar la eficiencia de los procesos portuarios y, sobre todo, una voluntad manifiesta de tomar cada cual las decisiones para conseguirla, no se venía percibiendo como línea continuada y perseverante de trabajo.
La paz laboral, la competitividad mal entendida y, por qué no ocultarlo, la bonanza en el trafico marítimo-portuario han sido, entre otras, razones recurrentes, tanto en el sector privado como en el público, para no abordar los males endémicos de un sector en el que cohabitan las más modernas tecnologías con normativas, usos y costumbres más propios de los años cuarenta del pasado siglo.
El necesario incremento de la productividad portuaria requiere de una nueva formulación, más actualizada, más completa y más adecuada a las circunstancias del comercio y del ciudadano a los que sirve. Así, se hace necesaria una nueva cultura corporativa que, además de la innovación, la formación, la creación de empleo o de las nuevas inversiones, sea capaz de nutrir a la sociedad de la que el sistema portuario, por otra parte, se nutre.
Ya en el siglo XIX, el británico John Ruskin afirmaba que la obtención de las cosas bien hechas (hoy se le llama calidad) es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia y de la inteligencia en el esfuerzo.
Muchas veces, cuando hablamos de incrementos de productividad en este sector de la economía, caemos en el reduccionismo de limitarnos, bien en el estudio bien en los propósitos, a conseguir mayores rendimientos en las operaciones de carga y descarga con el mismo o menor coste laboral directo del que tenemos en el momento.
Sin embargo, siendo importantes estos factores puramente laborales no son suficientes para que podamos coparticipar en las cadenas de suministro de manera competitiva, eficaz y global.
Desde el liderazgo, la coordinación, la sincronía colectiva, el trabajo en equipo, la selección y formación de directivos, el respeto al Estado de Derecho, el ejercicio de autoridad o el entorno ciudadano favorable, hasta el dinero invertido o gastado, deben pasar el examen para que puedan adecuarse permanentemente a los objetivos que, en cada momento, se traten de conseguir, sean éstos públicos o privados.
Quiero finalizar este artículo planteando un sencillo dilema. ¿Deben los puertos continuar siendo lo que son o deben iniciar un camino de cambio si es que así lo demanda la sociedad a la que sirven?.
Estoy convencido de la pertinencia de estas reflexiones y de la necesidad de este debate. Al fin y al cabo de su resultado dependerá el rumbo, el método y la secuencia para poder combinar de manera óptima los recursos humanos, técnicos y financieros (por otra parte escasos) en el colectivo portuario público y privado.
* Nota: Como curiosidad, he visitado estos días el puerto de Dubai. Certificado por la empresa china de construcción de grúas para el trafico de contenedores, los rendimientos alcanzados en 2.006 han tenido 97 puntas de 104 Teus por hora y grúa con doble spreader de 40 pies en carga y descarga de buques.
Juan M. Esquembre
Economista.
Consejero de TC Shipping Co.