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OPINION

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Tropiezos

Cajeros
Avirul, 19/01/2007

La otra noche nos quedamos sin un duro, salimos disparados del restaurante donde nos veíamos fregando platos y nos dispusimos a buscar una de esas máquinas expendedoras de nuestro dinero tras el cobro de los intereses pertinentes, claro, porque justo cuando buscamos un cajero de nuestro banco deben de habernos incrustado un chip o algo, cuando firmamos la hipoteca, porque se enteran y los cierran, eliminan o hacen desaparecer todos en un kilómetro a la redonda como por ensalmo.

Que son métodos que todos conocen porque a ver si no cómo se le va a ocurrir a uno de ellos hacer anuncios en los que los mismos trabajadores siempre dan la espalda cuando más los necesitas.

Después de mucho buscar encontramos uno, ya nos da igual cuál, introducimos nuestra tarjeta por la ranura, esperamos tres horas con un miedo horroroso a que se la trague, y de repente nos indica que marquemos nuestro número secreto. Secreto a voces porque con cada toqueteo de teclado, nos acompaña un pitido importante, al que no le encontramos ningún sentido que no sea avisar a todo el barrio de que un imbécil está sacando dinero y a ver si a alguien le apetece darle un palo. Entre el ruidaje y que la puñetera máquina tardó cien años a darnos el dinero y devovernos nuestra ajada tarjeta nos dio tiempo a leer una absurdez más que según nos hemos enterado lo pone en todos. “Vigile que no se le acerque nadie mientras realiza las operaciones”. Ahora resulta que tendremos que llevar puesto un periscopio o algo parecido porque de momento ojos en la nuca no tenemos. Es más y si se acerca alguien qué hacemos, amenazarle con chivarnos a su mamá...

Todo esto teniendo en cuenta que la situación no mejora cuando tenemos que entrar en una habitación con varios cajeros, porque como se nos ocurra cerrar la puerta para nuestra seguridad y ya que no tenemos ojos en la espalda, nos podemos encontrar a nuestra salida con varias personas muy cabreadas, que robarnos puede que no nos roben, pero insultarnos o lincharnos puede que sí. Así además, de un ojito ya pintado nos llevamos la sensación de ser la peor persona del mundo, o por lo menos sí la mas desconfiada. Una pena tener que pasar todas estas calamidades para recuperar ese poco dinero que para más “inri” es nuestro...aunque los bancos no piensen lo mismo.


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