¿Qué se puede hacer con siete millones de euros? Pagar la hipoteca de 70 personas; comprar comida para todo un año de muchas familias occidentales, y miles de las del tercer mundo; conseguir que científicos afamados investigarán muchos meses en favor de la vacuna del SIDA; cargamentos ingentes de medicinas para África; sanidad y educación para un año en algún país sudamericano; o felicitar a los conocidos con mensajes estándar por la entrada en el nuevo año.

De todas las posibilidades, piensen en la menos provechosa y más estúpida, porque esa es exactamente la que elegimos los españoles para festejar la entrada en 2007. La cifra que nos hemos gastado en felicitar a nuestras personas queridas, y no tanto, entre el 31 de diciembre y el 1 de enero. Siete millones de euros, cifra récord, empleada en tirar todos esos billetitos a la basura, porque nuestros amigos ya sabemos que nos querrán tener con ellos el próximo año y nos desean lo mejor siempre, y los que no son tan amigos, para qué nos mienten sin ninguna necesidad diciéndonos que desean que seamos felices. Desgraciados pero si en muchos casos no nos pueden ver, por qué empeñarse en esos falsos buenos deseos, será también para amargarnos las navidades, será.

Un despilfarro que nos abochornó hasta lo indecible la noche del 1, cuando veíamos las noticias mientras íbamos recibiendo la veintena de mensajes que nos enviaron y no pudieron llegar porque no había cobertura, afortunadamente, allí donde estábamos en fin de año.

Cuántas inversiones ridículas hacemos en doce meses, cuánto despilfarro de dinero que no llega a ninguna parte, cuanto gasto innecesario que podría salvar vidas en muchas otras partes del mundo. Cómo podemos tener la cara de quejarnos por la inmigración, y seguir tirando nuestro dinero en mensajitos, que además, son igualitos unos a otros, que hasta para querernos usamos ya las mismas frasecitas. Dato fehaciente, porque de los que recibimos y enviamos, sabemos que ni siquiera eran originales porque cuando hicieron el reportaje de esa cifra récord leyeron algunos y eran clavaditos a la inmensa mayoría de los nuestros. Qué pena, volver a perder la fe en la humanidad, hasta en la propia, nada más poner los "piecitos" en 2007.