Nos estamos preparando para comernos las uvas, por decir algo, porque con lo que nos espera nos daría lo mismo comernos unos melones, lo mismo que lo del oro en la copa, que sólo servirá para atragantarnos al tragarnos el anillo, el más preciado de nuestra colección sobre todo porque es el único de que no es de plástico. En una noche que lo mejor que nos puede pasar es acabar en la cola de una Konga, después de habernos colgado hasta la cadena del WC para poder ir aparentes a esas macrofiestas en las que si el aforo es de 500 meten a 2.000 personas. Así que no podemos hablar con nadie, debido a la millonada de decibelios que hay en el ambiente, para bailar necesitamos escayolas y mucho movimiento, para hacernos hueco sobre todo, y el único recurso que nos queda es beber y fumar como cosacos para entretener el tiempo hasta que nos quieran llevar de nuevo a nuestra ansiada casa. Entre humos y efluvios basuriles, daríamos lo que fuera por ser ET con su bicicleta de volar, incluso con esa desproporción fisonómica, total la tenemos igualmente con ciertas partes sobre todo después de Navidad y nuestro deditos inferiores van a acabar ídem que el grande de este señor después de la tortura. Los pobres no paraban de dar señales desde que salimos de casa. “Nos morimos. Que alguien nos saque de aquí. No nos podemos mover, transpiramos al ritmo de Camacho. Esto es de plástico, desgraciados. No podemos soportar el peso, sebosos, esa faja se rompe seguro y te van a detener por estampar a media discoteca contra la pared...”. Así toda la noche.

Que al final vamos a tener que darles la razón y pensar que lo de las fiestas estas las hacen porque después de recibir más de una “gomitona”, ser pisados por una manada de elefantes, pretendidos por los peor de “l’alrredorá” y saber que vamos a acabar con las reservas de Almax en cuanto salgamos de aquí, lo que nos pueda pasar en lo que queda de año no puede ser peor.

Sin duda después de la última noche nos quedará la certeza de que a esta vida hemos venido a sufrir y a pagar, que después del sablazo, la cuesta de enero la vamos a tener que subir con crampones, cuerdas, sogas y gente.

¡Feliz Año!