Volvemos a estas fechas tan entrañables para los centros comerciales. Las preciadas y nunca suficientemente valoradas, sobre todo en contante y sonante, Navidades. Con ellas también vuelven ciertos anuncios que nos hacen pensar que mejor nos quedamos durmiendo lo que queda de mes.

Adivinen de qué spot se trata...Mujer extremadamente delgada, famosa, sale repetitivamente con diversos modelitos a lo barbie multifunción en lugares idílicos. Qué estupenda soy, que vida tan maravillosa tengo, mirar que amigos más super “pijos”, listos y “guapisisisimos” tengo. No como, no como, no como. Todo muy bonito, hasta que en primer plano aparece una montaña dorada de bombones que estarán pegados fijo, todos menos el último de arriba que sirve para que la famélica en cuestión salive de tal manera que como si de un tsunami se tratará el resto del decorado con los figurantes incorporados choque contra las paredes. Con lo bonito que había quedado. Menudas pruebas de maquillaje les habrán hecho para rodar esta parte, y no digamos el vestuario que es todo de fiesta. Por lo menos tienen la decencia de que la única que prueba los bombones delante de la cámara es otra chica, porque está claro que en el contrato, la famosa en cuestión habrá estimado contraproducente probar el manjar.

Los publicitarios a quién quieren engañar. Cómo pueden presentar bombones, que engordará cada uno más de 500 calorías, una señora que no los prueba. Este tipo de mujeres o de hombres, aunque entre ellos no es tan frecuente, deberían anunciar cremas adelgazantes o algún preparado de esos con fibra para no salir del baño en un mes, aunque a nuestro juzgar lo que deberían hacer es comer sano y no dar esa imagen pública de desnutrición, pero esa es nuestra humilde opinión que no es objetiva porque nunca podremos anunciar bombones, ni ser burbuja de ese cava catalán.

En fin, sueños de juventud que se tienen, que luego, pues degeneran a anunció de neumáticos, pero es que nos gustan tanto los bombones...