XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno
Juan Esquembre, 30/10/2006
Los próximos días 3, 4 y 5 de Noviembre se celebrará en Montevideo, Uruguay, la XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
El afianzamiento de la estructura institucional que supuso, el pasado año en Salamanca, la creación de la Secretaría General Iberoamericana, SEGIB, que con acierto dirige el Dr. Enrique Iglesias, materializará a buen seguro lo que ha supuesto un auténtico punto de inflexión en las relaciones y en la cohesión de la Comunidad Iberoamericana de Naciones como espacio de entendimiento y de cooperación.
Uno de los temas centrales que se abordará será “La Migración”, que adecuadamente manejada supone un enorme potencial para el desarrollo tanto personal como económico, y debe tener en la movilidad, en la formación profesional y en la diversificación, los elementos coadyuvantes para la mejora de las condiciones de vida de las personas tanto en sus lugares de origen como en los de destino.
Además del Foro Cívico y del Foro Empresarial, se celebra este año en Montevideo el I Foro Iberoamericano de Gobiernos Locales, que, en su conjunto, contribuirán a alimentar las líneas de trabajo que ya viene desarrollando la SEGIB.
No son pocos los logros conseguidos en los últimos quince años en los que una buena parte de los países de la Región ha estabilizado tanto sus regímenes políticos democráticos como las magnitudes macroeconómicas como condición necesaria para encaminar la senda de progreso.
Pero existe la percepción generalizada que todos estos objetivos no han conseguido extender la mejora de las condiciones reales de vida en la mayor parte de la población menos favorecida.
La enorme brecha existente entre riqueza y pobreza, además de ser moralmente inaceptable, es una severa amenaza a la estabilidad y a lo que entendemos en la Unión Europea como el ejercicio de buen gobierno.
Los esfuerzos en corregir estos desequilibrios, fruto también muchas veces del actual proceso globalizador, deben ser un referente ético para la Comunidad Iberoamericana, para sus gobernantes, para sus empresarios, para sus sindicatos y, sobre todo, para la sociedad civil más capacitada y favorecida de manera que contribuyan a fortalecer no sólo el Estado de Derecho sino también los mecanismos de redistribución de la renta generada.
En estos retos está sin duda la esperanza de millones de personas que nos sentimos dignamente representados en la próxima Cumbre de Montevideo.