Es domingo, buscamos la droga del día, el periódico, que viene con un montón de información sobre....no sabemos pero en esta incógnita se encuentra uno de los mayores placeres del fin de semana.

Vamos al kiosco de al lado, no hay suerte, el periódico en cuestión está agotado. Buscaremos más. Seguimos avanzando un poco más, otro kiosco, nada, los han vendido todos. Seguimos con nuestro tour por uno de los barrios más deprimidos de Valencia, no en el sentido psíquico, hay mucha más alegría que en otros más elegantes, pero como viven pobres e inmigrantes el Consistorio tampoco pone mucho empeño en su cuidado. Bueno a lo que vamos, que a la tercera, como no podía ser de otra manera no fue la vencida, nada. Muertos de curiosidad, preguntamos. Salen los Príncipes, se cumple el 25 aniversario de los Premios Príncipe de Asturias. Están, ella y él, en la portada. Perdemos por completo la fe en el mundo y el universo. Pero continuamos a la búsqueda, porque esos señores que viven como reyes no nos interesan lo más mínimo pero esos premios muy parecidos a los novel nos gustan.

Al final conseguimos nuestra meta, sin saber aún que el recorrido nos traería más de un disgusto. Camino de nuestra casa, comprobando la efectividad de lo sabido y descubriendo un mundo alternativo y soñado en estos galardones, de repente, la realidad nos aplastó con un episodio más que espeluznante. Aunque mejor dicho nosotros aplastamos a la realidad. Y es que en Valencia aún existen minas, perrunas, se entiende. Que aunque sean el mejor amigo del hombre no significa que sus dueños lo sean también.

En nuestra chancla se coló una hermosa plasta de perro, que posteriormente pisaron con salero nuestros "piecitos" recién duchados. Que la muerte nos acompañe si no queremos acompañarla nosotros. En ese momento, que de por sí es muy humillante no nos quedó más remedio que buscar papelitos para desocupar aquello de nuestra zapatilla, con tan poca fortuna que tuvimos que usar el periódico (A que no adivinan qué parte, ese fue el único acto satisfactorio). Porque de camino además de tener una muy desagradable sensación mezclada con el más puro asco, no parábamos de consolarnos pensando que a lo mejor la sustancia en cuestión tenía algún efecto terapéutico para la piel o algo. A ver, en la tele anuncian baba de caracol, así que tampoco estamos tan locos....