Tropiezos
Tourné consumista
Avirul, 13/10/2006
Amanecemos con una angustia horrorosa porque sabemos que tendremos que ir de compras, seguro al lugar equivocado, aunque no nos guste y nos de miedo.
Nos decidimos a entrar en una tienda al azar pensando que a ver si vamos a ser tan afortunados de acertar a la primera. Confesamos nuestra talla, que desde luego no es de barbie y tras el “tan ta ran tan” que le entra a la dependienta, nos sentimos marcianos y decidimos que mejor buscar en otro lugar.
Segundo Intento: Unos grandes almacenes, en los que nos servimos nosotros solos, elegimos nuestra talla y contentos como unas castañuelas nos metemos en el probador, de cual salimos a los pocos minutos con cara de pocos amigos porque o hemos engordado 100 kilos en los últimos meses o las tallas no se corresponden con la realidad.
Nuestros ánimos van decayendo, pero está claro que tenemos que comprar ropa, a ser posible salvaguardando nuestra dignidad evitando la entrada en cualquier lugar donde existan las palabras super tallas. Así que con alma torera, hacemos el tercer intento, a un lugar donde la ropa es más cara pero creemos que más adaptable a nuestro recién estrenado problema.
Desde luego vestirnos podemos, siempre que paguemos a plazos o nos haga ilusión parecernos a nuestros abuelos.
Depresión total. ¿Qué nos vamos a poner para esa boda dentro tres días?.....Un saco?....Una bolsa de basura tipo industrial?....mejor lo intentamos mañana. Aunque sabemos que mañana será igual que hoy y que a no ser que los extraterrestres nos abduzcan esta noche para hacernos una liposucción extrarápida seguiremos siendo "Michelín" mañana también. De manera que sin demasiados miramientos decidimos echar mano de otras ropas que ya usamos en bodas remotas.
Menos mal que después de romper varios atuendos, nos damos cuenta de que sin respirar demasiado profundo existe en nuestro armario un traje que gracias a la manía de comprar tallas superiores a las usadas por si acaso, con este ánimo visionario que nos caracteriza, nos salvaremos de ir en paños menores a este hartazón ceremonial al que nos hubiera alegrado no ser invitados. ¡Qué manía tiene la gente de desgraciarse la vida en compañía!