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OPINION

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Veintepies : Opinión
      
Tropiezos

Una del National
Avirul, 08/09/2006

Cómo nos quedamos tan “traumaos” por la retahíla de WC’s que esparció la alcaldesa por nuestra ciudad cuando su santísima majestad divina y pía atrajo hasta aquí a todos los santos padres, sobrinos, tíos, y demás familiares menores del mundo mundial de todos los universos.

Ahora no paramos de darle a la cabeza pensando dónde se han llevado todos aquellos habitáculos. Podrían haber dejado alguno para los ciudadanos de a píe que aunque no se lo crean tenemos la mala costumbre de comer, dormir y hacer nuestras necesidades todos los días. Fíjate que curiosidad. Es que nuestras alabadas autoridades no ven el National Geographic, claro, y no se enteran ni siquiera del funcionamiento de nuestros organismos, sin pensar que quizá es el mismo que el de ellos.

Dejando aparte el desconocimiento que muestra el poder hacia el resto de los mortales, hoy queremos hablar de estos habitáculos, no los de poner y quitar, sino los de siempre, que existen, aunque no sea demasiado políticamente correcto citarlos.

En primer lugar, en muchos locales de distendimiento cuando llega la hora de visitar el recinto al principio referido nos surge la duda de si estaremos en el que nos corresponde, porque hay de cada identificación que requeriría un diccionario de jeroglíficos. En muchos casos no queda más remedio que abrir la puerta al azar. Con lo que frecuentemente nos encontramos, a la vez que damos, sorpresitas no deseadas.

Aún así, aquí no se acaban nuestros males, porque una vez dentro comienza en ocasiones una odisea que ni “Eurodisney” está a la altura. Damos la luz automática, todo muy moderno, por contacto. Se enciende. Entramos nos bajamos o subimos los ropajes y ¡plof¡, nos quedamos a oscuras absolutamente, sin ni siquiera ubicar los aparatos a utilizar. Un momento de los malos que se pueden vivir, sobre todo si, como comprobamos en nuestras carnes, el dispositivo que nos devuelve a la vida, está fuera de receptáculo en cuestión.

Un sin fin de vueltas, sin saber dónde poner el huevo palpando objetos no identificados y sin la certeza de estar utilizando las herramientas necesarias. Debe de ser que los dueños de algunos locales tampoco tienen la costumbre de ver el National Geographic.


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