Tropiezos
¡Hola mundo cruel!
Avirul, 01/09/2006
El final del verano, llegó, y tu partirás...
Este momento irremediable que no termina de pasar ha llegado. Muchos ya guardamos las maletas, reservándolas para tiempos mejores, y encerrando con ellas la promesa de las próximas vacaciones que ahora nos parecen inalcanzables.
La vuelta al trabajo es dura, difícil, solemne, triste, perezosa, aburrida, estresante, ridícula, desafortunada, desafiante, y en muy escasas ocasiones, deseada porque a algunos el verano les ha sentado a cuerno quemado. Dicen que en este periodo estival el índice de divorcios y separaciones se incrementa considerablemente. Y es que el "encarno" de turno es muy bueno, comprensivo y ameno, cuando lo vemos de uvas a peras, pero las 24 horas del día se vuelve un espanto de persona y no queda más remedio que poner tierra de por medio. Las cosas como son.
Además, quedan algunos afortunados que están esperando como agua de septiembre que volvamos todos de una vez para poder salir pitando ellos hacia destinos paradisíacos, por la mitad de dinero y sin tantos "encarnos" que les amarguen la existencia.
Así, los veraneantes de agosto no nos queda más remedio que volver a coger la riendas de eso que llaman trabajo (por no llamarlo el engorde de la ballena ajena. Esa gorda que se nos cae encima constantemente y que además es un derecho fundamental. ¡Cuando quieras vuelves!) y procurar distraer nuestros escasos ratos de ocio con alguna cosa que no nos haga pensar demasiado, sin caer en el juego fácil de arramblar el centro comercial que no se trata de seguir engordando ballenas fuera de las horas laborales.
Aunque también podríamos esperar un milagro y poner nuestras ilusiones en la lotería de navidad que está a la vuelta de la esquina que nos liberará de tener que volver y hará de nosotros seres humanos en perpetuas vacaciones "septembriles".
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