Ya sabemos que el verano nos está centrando todos los artículos pero es que en estas fechas estivales nos entra una “perezza” insoportable, a la italiana, o a la española. Es universal. Esta es la época propicia para ese sentimiento de abotargamiento en el que hasta pensar es dificultoso.

Agosto es un mes en el que hemos dejado de irnos de vacaciones desde hace algún tiempo, antes todo el mundo tenía agosto ahora no, pero aun así en este mes las cosas siguen sin funcionar como el resto del año, porque la gente que no está de vacaciones es indudable que está más perezosa, un aplatanamiento que se contagia y corre como el fuego. Así que lo que se puede dejar para septiembre, sin duda, se deja.

Con tanto calor y agobio a ver qué podemos hacer, si lo que verdaderamente apetece es tumbarse a la bartola y no levantarse en todo el día.

Por eso los lunes son mucho más lunes, y los trabajadores contamos con más empeño si cabe los días, las horas, los minutos, y los más minuciosos, los segundos, que quedan hasta el viernes.

Y sobre todo, es una tortura ir a trabajar cuando tenemos multitud de amigos que están de vacaciones.

Lo peor, por favor absténganse, es quedar con ellos el domingo. Día especial donde los haya que se convierte en fatídico cuando sale el inevitable tema del lunes y ellos con cara de felicidad, conscientes del daño que hacen, dicen que están de vacaciones, que no tienen prisa.

En este momento el síndrome de domingo por la noche se acentúa hasta doler.

Lo mejor, no hablar con nadie hasta que la realidad se torne inevitablemente un desastre completo: El lunes.

Después de un gran fin de semana en el que nos lo hemos pasado de impresión hay que volver a la rutina que nos da el pan que comemos, y que no está exenta de sufrimientos porque mira que tener que volver.... ¡Qué “perezza!”.