Este fin de semana toca reclusión. Así es como viviremos la mayoría de los valencianos la llegada del Papa a la capital del Turia, porque no queda más remedio que sitiarnos en nuestros confines si no queremos vernos extorsionados, aplastados y repelidos por esa marea amarilla tan santa que nos invade.

Hoy ya se están cortando calles hasta conseguir que prácticamente toda la ciudad sea inaccesible para los ciudadanos de a pie.

Eso sí, previo pago, se podrá estar en un perímetro de seguridad considerablemente cerca del Papa, en fin, por no hablar de todo el “merchandising” de la cosa, que si banderas, gorras, mochilas, camisetas.... un largo etcétera que servirá para llenar aún más las arcas de la riquísima empresa de la inquisición

Con el añadido de que después de la semana que hemos pasado no nos apetece demasiado volver a escuchar ciertas insensateces sobre la vida eterna, aunque seguro que tendremos que volver castigar a nuestro cerebro con toda esa parafernalia. Como decía Mafalda, ese es el inconveniente de llevar todo el día las orejas puestas.

El caso es que tras llenar la ciudad de WC's, duchas y fuentes móviles, que nos parece el colmo, tendremos que pasarnos todo el fin de semana sudando en nuestras moradas y los más afortunados en el chalet o en el pueblo, porque como será de esperar las familias, no sabemos cuales porque ninguna de las que conocemos se han movilizado esta semana, invadirán los sitios más emblemáticos de Valencia. La ciudad más castigada por el poder extraterrestre de nuestro país. Entre la America's Cup y ahora el Papa, nos están poniendo en nuestras casas, nunca mejor dicho.

La pena es que muchas familias este fin de semana no querrán salir ni a la puerta de la calle y no precisamente por la llegada del Papa, sino porque lloran sus pérdidas. Mientras tanto la plana mayor de las autoridades valencianas en vez de depurar responsabilidades se dedicarán a pasearse entre la multitud corriendo cortinas de humo bañadas en incienso.

Nosotros no te esperamos, pero te sufrimos.