El mundo se vuelve loco, y aunque siempre han existido clases, hay ocasiones que ya no sabemos, ni cual es la nuestra. Vamos que el día menos pensado va a resultar que nos despertaremos perteneciendo a la más alta sociedad.

Y no es de extrañar porque hace una semana nos despertamos con la sorpresa de enterarnos de que Tita Cervera o la Baronesa Thissen había decidido liarse la manta a la cabeza y encadenarse a un árbol centenario. Nueva que luego derivó en una "macro mega guay mani", de las de toda la vida, con pancartas y todo a reventar de señoras señoreadas, que lo más cerca que han estado de una pancarta fue cuando pasaban debajo del puente donde ponía "Juan y Lola se casan", y desde luego fue por casualidad y gran escándalo de las neuronas de las señoras porque menudo mal gusto, por favor.

El caso es que pudieron familiarizarse con lo del pancarteo y los megáfonos, en esta timba o "macrobotellón" de Chanel que organizó la susodicha que nos dejó a todos pasmados, primero, y muy decepcionados después, porque no cumplió su promesa de atarse como dios manda a uno de esos árboles que tanto quiere. No les concedió a nuestras pupilas ese honor.

Pero no es de extrañar porque sin tiempo para encargar una cadena de diseño como ella se merece pues no luce igual el atamiento, las cosas como son.

El caso es que daba no sé que ver a tanto señorón recién salido de la peluquería, con perlas y demás abalorios, totalmente indignadas con esta injusticia. No sabe Greenpeace lo que se pierde al no incluirlas en sus movilizaciones, con lo que visten y la magnitud macromedia que arrastran.

Estamos que no vivimos desde que los obispos salen a las calles, las marquesas se encadenan a los árboles, tanto que a lo peor nosotros acabamos colgándonos de la cadena del WC porque por mucho que cambie el mundo seguiremos padeciendo esto que aunque se tenga olvidado, mancillado y lleno de tergiversos varios, sigue existiendo, la lucha de clases, que ya ni eso nos dejan.