En este mundo tan, se supone, avanzado, suena a bastante lejano oir hablar a alguien sobre conceptos como el paraíso terrenal y los milagros, que tras la revolución de las nuevas tecnologías se han quedado fuera de onda para la inmensa mayoría de los mortales.

Aunque, aún quedan fieles a las consignas de las iglesias sin darse cuenta de que dios existe pero no es la base de ninguna multinacional, que el chollo se está agotando y que las ideas panfletarias que se vomitan desde los diferentes púlpitos no tienen nada que ver con el mundo real, aunque desde luego, existen algunas excepciones porque a ver si no como se explica la teoría del "diseño inteligente" que crearon los evangelistas “bushianos” en Estados Unidos y que de un tiempo a esta parte, la han comprado algunos adeptos al catolicismo español, que ya es triste el asunto.

A veces es muy complicado para algunas ideologías descubrir cuál es el mundo en el que viven, pero algo necesario para seguir evolucionando con los tiempos.

Así está ocurriendo en el sector portuario, la geografía de sus instituciones e infraestructuras
está cambiando y las empresas que se dedican a este complicado mundo deberán comenzar a pensar en otras posibilidades, como por ejemplo, que no hace falta estar en el centro del puerto para poder llevar a cabo con éxito su tarea, el recinto portuario se queda pequeño, y los alrededores no digamos, ahora sobre todo, que estamos en medio de unas obras que nunca se terminan, pero la salida es relativamente fácil. Que los sistemas de transmisión de datos oficiales funcionen eficientemente y que los extraoficiales se manejen con la naturalidad del siglo en el que estamos.

Un poco de pilas no nos vendrían mal a todos y más manejo de las nuevas tecnologías de esas que tanta gala hacemos pero que a la hora de la verdad pocas veces están servidas.