Tropiezos
Pesadumbre sin límite
Avirul, 17/02/2006
¿Recuerdan la angustia horrorosa que se pasa cuando se va de compras al lugar equivocado? No tenemos más remedio que hacerlo aunque no nos guste y nos de miedo.
Nos decidimos a entrar en la primera tienda, tranquilamente decimos nuestra talla, (que desde luego no es de Barbie, ni Kent) y vemos que las dependientas van adquiriendo un tono pardusco hasta casi darles un “tan ta ran tan”. Nosotros estamos verdes, por la impresión extraterrestre, tirando a marciano que nos hacen sentir, así que aún optimistas, decidimos que mejor buscar en otro lugar.
Segundo Intento: Unos grandes almacenes, en los que nos servimos nosotros solitos, elegimos nuestra talla, suerte porque sí que hay. “Tralará, tralará”, de cabeza al probador que esto va a ser rapidito. En pocos minutos salimos casi arrastrándonos de los pequeñitos, que no flacos, que nos hemos quedado. No hay duda, o hemos engordado 100 kilos en los últimos meses o las tallas no se corresponden con la realidad.
En estos momentos tenemos el cuerpo de “Michelín” pero para pocos ruidos, con buena gana nos iríamos a nuestra casa, pero está claro que tenemos que comprar ropa y nos resistimos a pisar las super tallas.
Tercer intento, a un lugar donde la ropa es más cara pero creemos que más adaptable a nuestro recién estrenado problema. Desde luego entrar entramos, pero salir es más complicado a no ser que nos metamos en un pago a plazos o queramos parecernos a nuestros abuelos.
Depresión total. Enajenación mental con todas sus consecuencias. ¿Qué nos vamos a poner para esa boda que tenemos dentro de tres días?.....¿Un saco.... Una bolsa de basura tipo industrial... el traje de la ministra de Cultura en los Goya? (Ese también se paga a plazos).
Nuestras perspectivas a medio camino entre Don Pipón y la gallina Caponata, nos dejan sin habla.