Un año más el Gordo de Navidad pasó por delante de nuestras narices sin agraciarnos ni con un mísero reembolso. Un año más que tendremos que hacer frente a los Reyes Magos, que nunca se aclaran con nuestros regalos, y a la cuesta de enero por nuestros propios medios, es decir con poco money y mucho empeño.

Hay que ver que las Navidades cada año que pasa nos caen peor. No nos toca la lotería ni por ensoñación; tenemos que gastarnos medio sueldo en regalos y en comida; engordamos lo que no está escrito; tenemos que sufrir la absurda cabalgata; escuchar esas cancioncillas sin fuste ni careo que llaman villancicos a todas horas y en cualquier circunstancia; ver a personas non gratas sentadas a nuestra mesa, y no sólo por las comidas familiares, que también; y un sin fin de sin sabores que no vienen a cuento en estas fechas que deberían ser de paz y amor y se convierten en el sumun del consumismo y la sin razón.

Así que el año que viene a ver si nos toca el Gordo que es lo único esperanzador de estas fechas y nos podemos ir al fin del mundo, donde la Navidad no exista y podamos querer a nuestra gente sin tener que pedir un préstamo al banco.

Ya sabemos que nos repetimos más que el ajoaceite pero que es nos indignamos conforme
van pasando estas fechas, tanto que cuando llega la cuesta de enero hasta nos da alegría, que nos dura poco eso sí, porque con las rebajas, de las personas, también nos tocan... todo lo que pueden.

¿Ustedes piensan que esta es una buena manera de comenzar otro año más? Cabreados, sin un duro, con ganas de matar a alguien y deseando que nos toque algo de dinerito para integrarnos con más ahínco en la globalización y consumismo económico.
Dirán que por qué somos tan negativos en estas fechas, pero piénsenlo un poco, que para colmo encima caen en fin de semana.