Tropiezos
Gigantes como molinos
Avirul, 23/09/2005
Por fin nos llegó la hora de las vacaciones, en estos momentos estamos en ellas, disfrutando de unos días merecidos de asueto, aunque con miedo por la depresión postvacacional que a nosotros nos va a pillar en pleno otoño.
El ser humano es capaz de adaptarse a casi cualquier circunstancia pero de verdad que algunas se nos plantean como grandes retos o grandes miedos que nos parecen gigantes acercándose a nosotros. Podemos poner un símil, como homenaje a Cervantes, nos pasa como al Don Quijote que veía gigantes y eran molinos. Una vez que estamos en el meollo ese que nos traía de cabeza no es tanto como parecía. Eso ocurre en menor medida cuando pasamos de la jornada intensiva a la normal, la primera semana se nos presenta horrorosa, se nos avecina el invierno y sufrimos antes de tiempo pensando en lo terrible que será. Pero cuando llevamos un par de semanas, no ha sucedido nada, ya pensamos en otras ilusiones y tenemos otras esperanzas que nos han ayudado a superar este pequeño disgusto.
Lo mismo ocurre con la depresión postvacacional. Volver al trabajo se nos antoja un gran fantasma en nuestra vida, enseguida nos hemos acostumbrado a no tener que derramar el famoso sudor de la frente que nos ha llevado de cabeza desde que Adán o Eva mordieran aquella manzana que nos ha condenado a todos a ser esclavos.
El ser humano siempre es esclavo. Y después de liberarnos por un momento nos cuesta volver
a las esposas, pero no queda mas remedio. Además, la máquina de consumismo, es muy lista e intenta hacer el agosto también en septiembre y capturar almas con colecciones inútiles.
Pero la verdadera cura de la depresión postvacacional está en no pensar demasiado, que
además está de moda, y volver a trabajar con las pilas cargadas, es para lo que sirven prácticamente las vacaciones. Es absurdo, pero no son un premio por estar todo el año trabajando sino otra argucia más de la empresa para que sigamos rindiendo al 100%, para eso nos pagan y esclavizan.