Tenemos curiosidad por saber cuánto vale un piso, porque aunque no hayamos llegado al agosto de los bienes inmobiliarios tendremos que vivir bajo el techo de uno, que digo yo.

Aunque no pasa nada, que los puentes están para algo y afortunadamente en Valencia hay bastantes.

Entramos muy relajados a aquel establecimiento, confiados en nuestra buena suerte, que hay que ser zopencos con lo desgraciados que somos, pero en fin, estabamos contentos de habernos conocido, como si nos hubiera venido la regla y llevásemos puestas una de esas compresas quitamales que anuncian en la tele. Lalala. Lalala. Lalala. Una vez aclarada bien nuestra garganta procedemos a preguntar a un señor trajeado el precio de un quinto sin ascensor, destrozado por lo que se puede comprobar en las imágenes y con pinta de ser acorde con nuestro poder adquisitivo. Menos mal que nuestra tensión está de verano, bajo mínimos, porque no nos dio un ataque allí mismo, porque la agresividad del vendedor era tan bestial que no nos dio tiempo a reaccionar. En un instante nuestro cerebro recibió un mazazo importante, lleno de ceros imposibles y antes de que pudiese razonar, teníamos encima de la mesa un cartapacio que prometía convertir todos nuestros préstamos en uno, mientras dos señores nos intentaban atar a la silla para que no pudiésemos escapar, con un sinfín de rogatorias y palabras llenas de candados.

Nos encontrábamos en un estado de tan insólita quietud y paralización que temíamos que el ambientador fuese de esos que adormecen. Nos da la impresión de no poder escapar a no ser que ya hayamos comprado el piso cochambrosos ese a precio de oro, un apartamento en la playa y un chalet en la montaña, eso sí con una sola cuota de sienes y sienes de millones que nos vendrá todos los meses y tendremos que hipotecar hasta los dientes. Aun así en el primer mes ya nos embargarán. Aunque no entendemos qué, porque a nos ser que nuestra colección de cromos o de muñecas sea un descubrimiento arqueológico, poco nos van a poder quitar.

Lo dicho en Valencia hay muchos puentes. Les gusta la sangre. Vayan a una inmobiliaria.