Editorial
El Plan Estratégico: el momento de la verdad
Con la excelente
presentación del Plan Estratégico de la Autoridad Portuaria de Valencia para el período 2002-2015, realizada por el presidente de esta institución a principios de este mes, se inicia un período en el que se va a dilucidar el futuro de los puertos de Valencia y Sagunto, que, aunque están englobados en el proyecto Megaport, cada uno tiene su propio desarrollo y afecta a comunidades portuarias diferentes.
En esta presentación se hizo una descripción histórica de la evolución del puerto, con especial mención a su desarrollo desde la implantación del tráfico de contenedores en el transporte marítimo y su incidencia en la construcción de nuevas instalaciones y la incorporación de nuevos equipos de manipulación, así como las necesidades futuras de nuevas infraestructuras para atender las previsiones de tráfico hasta 2015.
Para atender este crecimiento de tráfico, la APV ha planteado dos alternativas para la construcción de nuevas infraestructuras. Por un lado, la ampliación norte del puerto de Valencia, con tres millones de metroscuadrados y 3.500 metros lineales de muelle, y por otra parte, la ampliación del puerto de Sagunto por el sur, que también tendría unas dimensiones similares.
Con ambas opciones en el horizonte, ahora se inicia el momento de la verdad, ya que a partir de este momento todas las partes implicadas en la elaboración de los estudios técnicos preliminares serán los que decidan el futuro de ambos y sus entornos. Esta decisión, que al parecer no afectaría a la interoceanidad de Valencia, sí que tendría una incidencia importante en el entorno portuario o comunidad portuaria.
Aparte de la incidencia que pueda tener el tráfico de contenedores, principal promotor de estas necesidades de infraestructuras, hay otros tipos de mercancías que también se verán afectados, como puede ser el tráfico de graneles sucios, como el carbón, cemento o clinker y el de coches, que también están teniendo crecimientos espectaculares. Esto puede suponer una reubicación de sus instalaciones. Por un lado, están las terminales de coches, que independientemente de su crecimiento, tendrán que abandonar sus instalaciones para que se pueda ampliar la terminal de contenedores, estando pendiente la decisión sobre su futura ubicación. Y por otro, está la terminal de graneles sólidos, ubicada en el Muelle Norte, que no tiene muchas posibilidades de ampliación.
Todas estas incertidumbres son las que se tienen que definir a partir de ahora para determinar qué ampliación es la que se debe hacer, aparte de contar con los correspondientes estudios medioambientales que hagan viable su ejecución.
Este período, hasta que se tome la decisión, no debe ser muy largo, ya que parte de las empresas de la comunidad portuaria se verán afectadas en sus actividades y tendrán que establecer sus propias estrategias de actuación en función de la opción que se adopte.