Tropiezos
Biciclistas
Avirul, 20/05/2005
Un aciago día en el que todo era perfecto. Íbamos tranquilamente por la calle, pensando en nuestras cosas, lalala, y vemos como se acerca un señor totalmente equipado, con casco, y todo, que pasea tranquilamente en su bicicleta, también totalmente equipada.
Seguimos nuestra marcha y de repente. ¡Dios mio! ¡Lo tenemos encima!. Intentamos movernos mucho para que nos nos pille. Luego, coger el volante para desviarlo o amortiguar el golpe a modo de supermán, con capa y todo. No hay manera. Por encima de nosotros vemos pasar la bici, el señor y todos sus accesorios que se quedan clavados en todas nuestras partes protuberantes. Hay que ver las cosas que nos pasan en cuanto salimos de casa y sin salir de ella. No nos lo podemos creer. Allí estamos hechos un trapo con un señor y una bici encima, en medio de una calle llena de coches y camiones, parados.
Muertos del susto nos incorporamos como si tuviéramos un resorte, tan deprisa, que casi se vuelve a caer el "biciclista", aunque le habría estado bien por desalmado. Guiñamos los ojos. Sí las lentillas están en su sitio. Seguimos haciendo inventario. Tenemos las orejas puestas, las piernas, los brazos, en fin, hasta el bolso, que ni se nos ha descolgado. Eso sí llevamos polvo y barro hasta en la cornea. Allí se amontona la tierra que nubla nuestras pupilas que hacen chiribitas. A nuestro alrededor se agolpa la gente, hay policía porque hemos cortado el tráfico, el "biciclista" se recompone, y nosotros escapamos muertos de vergüenza y con tierra a mansalva en los ojos que casi nos vuelven a atropellar al cruzar la siguiente calle. ¡Pa’bernos matao!
Aun tenemos moratones de la experiencia y un trauma de aquí te espero Baldomero. Por las noches soñamos con enormes "biciclistas" con toda su prole persiguiéndonos por toda la ciudad. Entre esto y lo de la grúa no sabemos como vamos a superar este año 2005.