Esta semana me resulta imposible escribir algo alegre o ligero. Esta semana no puedo menos que dedicar este espacio en blanco a alguien que fue, es y seguirá siendo un alma pura.

Todos los que te conocimos sabemos lo grande que eras, es difícil olvidar tu sonrisa, tu mirada clara, tus manos tiernas y tu halo cándido que atrapaba a todos en tus redes alegres.

No te olvidaremos los que te conocimos, porque tu legado fue el apoyo, la atención, e incluso el silencio, todo nos sirvió para ser mejores personas.

Nunca olvidaremos lo que nos diste, es imposible no recordar tu voz, ese acento que ya era casi español, esa forma de mover las manos y de saber estar.

Es difícil entender el mundo y la justicia cuando te has marchado.

El tiempo quiso alejarte antes de lo previsto pero aunque, no es ningún consuelo, quiero enviarte desde aquí toda la alegría que me repartiste en esos grandes ratos pequeños que compartimos.

Una profesional intachable y una persona firme, leal, íntegra y que sabía apreciar como pocas los buenos momentos que da la sencillez de las gratas compañías. Vivía la vida con intensidad y ganas. Sin duda has dejado una huella imborrable en cuantos te conocimos.

Desde aquí mi agradecimiento por todos los consejos, todas las sonrisas, todo el cariño y la ayuda que siempre estuviste dispuesta a ofrecerme, nunca lo olvidaré. Nunca olvidaré a la gran persona que llevabas dentro y que transmitías con sólo una mirada.

“Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted, (...)
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.
No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo”

Mario Benedetti

Era lindo saber que siempre se podía contar contigo.