Tropiezos
Un día en la nieve
Avirul, 25/02/2005
Y venga olas de frío, y venga resfriados y venga nieve que hay que ver que manía. A veces dudamos de si en realidad estamos en la tierra del sol porque no paramos de pasar frío.
Y encima aún nos quedan ganas de irnos a la nieve, porque como en esta ciudad aún no la hemos visto, pues consiguen arrastrarnos kilómetros y kilómetros hacia las afueras de la comunidad autónoma. Horas y horas de coche, cansados de tráfico cuestionándonos si este va a ser un tranquilo domingo en la nieve.
Efectivamente, de tranquilo nada, porque mucho con que vamos a un lugar inhóspito, donde encontraremos nieve virgen. Ja, ja, me río por no llorar, porque esto es Hong Kong, un caos circulatorio que ni te cuento, en un camino de tercera regional, estrecho y lleno de baches nos acumulamos así como diez coches sin “fuste ni careo”. No podemos pasar hacia ningún lado, sin correr el peligro de despeñarnos y cuando por fin salimos del atasco horroroso que ni en la ciudad en hora punta, no hay manera de aparcar.
Aunque lo bueno viene, cuando descubrimos que no hemos venido nada preparados para la nieve, que por cierto ya ni es blanca de lo transitada que está. El caso es que no conseguimos estar de pié ni un segundo, no paramos de resbalar y llevarnos por delante a todo hijo de vecino que nos encontramos a nuestro paso, porque las botas que llevamos algún día tuvieron tacos, pero ahora podrían servir para esquiar.
El caso es que después de atropellar a unos cuantos seres humanos, incluidos niños, avergonzar a todos nuestros amigos que ya no saben dónde meterse y caernos encima de una señora que estaba tan tranquila en un banco tomando el sol, decidimos que nos vamos al bar que ya está bien. Eso sí llevamos mojada hasta la ropa interior y de esta vamos a pillar una pulmonía, lo menos.