Tropiezos
Rebajas
Avirul, 14/01/2005
Una marabunta enfurecida nos avisa de lo que nos espera. Colas horrorosas. Dependientas hasta el moño y ropa, mucha ropa, por llamarla de alguna manera, que se supone debemos comprar.
Como probarte, puedes colgarte media tienda, porque es gratis. Así llegas a los probadores que no se te ve. Ahora aguanta hasta que trescientos seres humanos se prueben la otra mitad de la tienda. Cuando la chica te pregunta cuantas prendas llevas, pones cara de circunstancias y le dejas que cuente. No te puedes probar de golpe más de seis cosas, así que, con dolor de corazón, a suerte, dejas lo que sobra, y te metes en la caja de los sufrimientos.
Primero hay que entender qué es lo que nos vamos a probar, que no es fácil. Será una blusa, será un bañador, qué será esto en lo que no sabes por donde meter los brazos. Imposible.
Coges otra que tiene mejor pinta. Después de sudar como un animal consigues introducirte en esta prenda que parece una faja de cuerpo entero. Finas si que nos hace. Ahora, lo que es respirar, lo vemos difícil a no ser que seamos capaces de interrumpir esa necesidad vital. Nos queda estupendo pero no puede ser. A ver quien es el guapo que nos lo quita. Saltamos, estiramos, sudamos más, nos hacemos daño y cuando conseguimos, a fuerza de estirazones ,desprendernos esta segunda piel no nos reconocería ni nuestra propia madre de lo azules que estamos. Aunque, mirándolo bien, así a lo pitufo ni siquiera vamos a necesitar ropa. Otra fuera.
Vamos con los pantalones. Unos monísimos cuya cintura nos llega a la cadera, y por la que se asoma a modo de colgajo nuestra hermosa tripita. No puede ser. Dios mío, por qué tanto sufrimiento. Mañana nos ponemos a régimen.
Seguimos con una falda-cinturón que desde luego no podemos llevarla, ni en casa, porque cada vez que nos viésemos en un espejo moriríamos del susto.
Como último intento, nos decidimos a probarnos un vestido floreado, con el que desde luego podemos ir al Rocío pero no a trabajar, a no ser que lo nuestro sea el tablao flamenco.
Resultado, una mañana perdida, nada que ponernos y una horrible sensación. ¿Seremos los únicos seres humanos incapaces de aprovechar unas rebajas?