Tropiezos
Días torcidos
Avirul, 12/11/2004
¿No os ocurre que hay días que parece que todo el mundo está torcido con nosotros? ¿Nos da la sensación de que pasa algo en nuestro entorno pero en realidad no sabemos qué sucede?
Cuando nos levantamos de la confortable cama ya nos damos cuenta de que sería mejor habernos quedado dentro, allí con nuestros sueños. Pero la triste realidad es que nos tenemos que levantar todas las mañanas para ir a trabajar, así que nos metemos en el coche y todos el mundo nos pita, pero ¿por qué? si no hacemos nada extraño o diferente a otros días. Está claro que no somos Carlos Sainz, ni queremos, porque gracias a Dios nuestro coche hace un tiempo que no nos ha dejado tirados. Conducimos con toda la normalidad de la que somos capaces y, aun así, nos acompaña hasta el trabajo una banda sonora de pitidos e insultos que no sabemos a qué viene.
Llegamos a trabajar. Se respira un ambiente sepulcral y lúgubre que nos hace cuestionarnos si no estaremos trabajando en Transilvania con el Conde Drácula, porque “ojito” ¡qué ambiente más bueno y acogedor hay aquí hoy!
Así, el día transcurre sin pena ni gloria si no fuese porque cada persona que nos cruzamos pensamos que nos mira mal. Sin ir mas lejos en el supermercado nos han tocado los peores tomates, la cola con más personas humanas y, para colmo, hemos roto milagrosamente las cajas de leche al meterlas en las bolsas.
De manera, que ahora la gente no nos mira mal, eso no, pero hemos ido dejando un reguero
blanco a nuestro paso que no ha mejorado mucho nuestra situación, aunque si la de los viandantes que se morían de risa a nuestro paso.
Eso sí, en nuestra finca tampoco nos han mirado muy bien cuando hemos llegado como si fuéramos pulgarcito pero a lo zopenco. Hay que ver que desagradable es la del tercero que le ha faltado pegarnos, pero ¿nosotros qué culpa tenemos si hoy todo está en nuestra contra?.
Pero no importa. Está claro que hay días en los que los seres humanos no lo somos tanto e imaginamos cosas que no son, sin estar locos. O sí.