Tropiezos
Excursión
Avirul, 01/10/2004
Que bien que nos vamos de excursión. Ese es el primer pensamiento, sobre todo porque se ha programado para dos semanas vista y hasta entonces aún queda mucho tiempo, pero a medida que pasan los días comenzamos a darle vueltas a la cabeza.
Y no es que seamos la niña del exorcista, pero nos preocupa que pueden inducirnos a hacer nuestros amigos. No paramos de preguntar que cómo va a ser, si la ruta va a ser larga, si hay mucha pendiente. Todo esto, así como cinco o seis veces diarias. Hasta que llega el día en cuestión, en el que nos harán madrugar más allá de los límites trabajiles. Nos montamos en el coche y de repente vemos que nos acercamos cada vez más peligrosamente a una super mega montaña que te mueres. Por supuesto, nosotros en ningún momento pensamos que las personas humanas que vienen con noso-tros van a consentir que un ser obeso, absoluto primo de Michelín como un servidor, suba por ahí, con lo cual debe de ser otra ruta.
Definitivamente, se supone que tenemos que subir esa montaña, nos cuentan que es cuestión de una hora y que la vista desde arriba es maravillosa, no te digo, pero si cuando llegue arriba se me habrán caído las bolitas de los ojos del esfuerzo. Vamos a ver si nos centramos. Que no podemos hacerlo, eso lo decimos mientras perseguimos al grupo y comenzamos la subida.
Horror continuo, no paramos de preguntarle a todo el que baja si queda mucho, y nuestro cerebro insiste cada vez más "¿Pa que?". Como no podemos con el paquete, nos paramos cada cinco minutos. Ese es el momento más peligroso, me río yo de la gente que dice que ir al campo es sano, sí, sí, que llegamos que no somos personas, arrastrando la lengua.
Por fín, encontramos un sitio mullidito para reposar.¡Pero que es esto!, eso lo pensamos mentalmente porque hay más gente y nos da vergüenza, pero no sabemos en qué nos hemos sentado como un faquir. Cuando nos levantamos aún tenemos pegadas unas cuantas púas de esa maldita hierba que así, de lejos, parecía césped. Y eso que aún te queda tragarte, de vez en cuando, algún insecto porque como no cerramos la boca, parecemos Nemo fuera de la pecera Disney, y no sólo por lo de la boca sino porque tenemos un color naranja sospechoso.
El caso es que prometes no volver a caer en la trapa de esos torturadores humanos llamados deportistas. ¡Dónde esté un buen sofá!