Si el otro día nos ensañamos con ese diabólico aparato de aire frío y sus adoradores, hoy tenemos que darles la razón. Relativamente claro, aunque nunca se tiene la verdad absoluta.

Porque si es peligroso que el aire acondicionado funcione a la perfección y nuestros compañeros se propongan pasarse todo el verano con el cerebro y el resto de los órganos vitales congelados, cuando este aparatito se estropea es mucho peor.

Constantemente se oyen improperios dirigidos a todo el que tenga que ver con el aparato o con la persona humana que lo haya tocado por última vez antes de que sus circuitos se perdieran en el olvido.

La gente sudorosa tiene muy mala baba, eso hay que reconocerlo, porque mientras están bajo cero, como no pueden moverse mucho, ni siquiera para hablar, pues se vive en un ambiente helado, pero tranquilo. Pero en cuanto el aire no funciona, la oficina se convierte en el Trópico y sus habitantes comienzan a tomar costumbres de esta zona del globo, se abanican, se enfurecen más pasionalmente y vamos, que corre la sangre por menos de nada.

Pero lo peor viene cuando el calor nos comienza a afectar a nosotros, que nunca padecemos ese mal. Recomiendo, a las personas que como yo podemos vivir perfectamente a 30º, que aguanten estoicamente, porque si cuando el aire está a 20 bajo cero, es peligroso abrir la boca, cuando se ha estropeado, no te quiero ni contar, la gente nos mira como si viniésemos de Marte, y sabemos que se alegran de que pasemos calor.

Casi mejor no decir nada, porque son capaces de no arreglarlo sólo para por fin, sentirse comprendidos y así cuando vuelvan a poder disfrutar de Siberia tener más razones para someternos bajo su dictadura de hielo.