Tropiezos
Verde, que te quiero verde
Avirul, 25/06/2004
Qué necesidad tenemos de meter en botes vacíos cualquier cosa que queramos transportar o que nos sobra.
De esta manera muchas veces nos duchamos con crema solar o nos protegemos del sol con gel. Esto sucede más a menudo cuando compartimos casa con otras personitas. Porque nosotros, aunque estamos perdidos con el alzheimer, más o menos, controlamos qué hemos echado dónde, pero esto no ocurre cuando algún inocente ser humano vive con nosotros, sobre todo si es muy inocente. Puede suceder que lleve así como semanas echándose en el pelo suavizante, pasadísimo porque lleva en el bote 200 años, creyendo que es gomina.
La pobre personilla no sabe que ocurre cuando nos ve por los suelos, muertos de risa, mientras asistimos al acto de coronación. Extiende la mano, vuelca el bote y se propina una buena bola de suavizante verde, porque lo de la porción en forma de nuez tampoco entra en su imaginario. Sin frío, ni calor, se echa el emplasto en el pelo, y ¡ala! vamos de lucimientos, que Mario Conde se queda en mantillas.
La verdad es que podíamos haberlo remediado pero nos ha dado tanta gracia ver como el ser con el convivimos no tiene ni idea de los que significa en realidad el concepto gomina, que le hemos dejado que siga para luego hacerle salir del engaño. Por supuesto, el enfado ha sido mayúsculo, pero nunca supusimos que dos productos tan distintos pudiesen llamar a confusión.
Con estas salidas de tono, también puede pasar que echemos sal a los yogures, o azúcar a las lentejas. Eso si no nos pasan cosas mayores, teniendo en cuenta que en nuestra casa también existen productos que pueden ser muy nocivos para nuestra salud, tales como lejías o detergentes.
Mientras tanto, ese ser al que queremos, mucho, aunque no lo parezca, ha conseguido llevar el pelo totalmente emplastado y tirando a verde y blanquinoso, durante semanas sin darse ni cuenta.