Veintepies :: En la playa

OPINION

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Veintepies : Opinión
      
Tropiezos

En la playa
Avirul, 30/04/2004

Primero. Hay que entrar como sea, en el bañador del año pasado, ese que nos viene tan repreto que no deja lugar a dudas, nos hemos puesto como dios este año, así que con un buen calzador metemos todos nuestros accesorios en el susodicho bañador y nos dirigimos a ese lugar que aborreceremos, por diversas razones, en cuanto hallamos llegado incrédulos aun, pero ilusionados.

La primera decepción llega con la puesta de toalla, acción difícil de conseguir sin pisar a otros seres humanos que se hacinan en la orilla a modo de campo de concentración.

Una vez encontrado el rodal, como dicen en mi pueblo, nos colocamos contentos hasta que descubrimos que no es el correcto, porque en este caso siempre hay tres opciones. A) te has sentado al lado de la parejita de turno o, peor me lo pones, si has tenido el tino de hacerlo en medio de muchas de estas parejitas que se pasan todo el rato con arrumacos y te hacen sentir como el único marciano en la Tierra que osa ir sólo a la playa. B) Un enjambre de críos no paran de echarte arena en los ojos y a este paso te van a biselar las lentillas. C) y peor, te has sentado al lado de esos cuerpos a modo de yogur que te recuerdan constantemente la especie de morsahipopótamo, aceptado en todo el mundo mundial como animal acuático, en el que te has convertido este invierno. De todas formas en cualquiera de los tres casos, la opción más conveniente para un cuerpo como el nuestro es desplazarse como se pueda, cada uno a sus uñas, zarpas o patas, hacia otra dirección en la que no se vislumbren ninguno de los especímenes antes descritos. Un trabajo de chinos en la mayoría de los casos. Y en éste, es muy probable que demos con el mirón o la mirona de turno que nos hará arrepentirnos de la anterior decisión, ya sin remedio, a no ser que queramos acarrear con esos ojos extraños, que están insertados en algún lugar de nuestro cuerpo o sus accesorios también conocidos como grasas varias o pieles de melón, que la naranja se queda corta. Aunque estas bolas visionarias se irán a medida que les salpiquen las toneladas de arena. Porque una vez desvestidos nos pondremos la crema, ese ungüento que nos protege convirtiéndonos en dos segundos en la croqueta Lola.


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