China impulsa el área de libre comercio más grande del mundo
El comienzo del año ha supuesto la entrada en vigor de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el mayor tratado de libre comercio del mundo, que han firmado quince países del área Asia-Pacífico.
Los países firmantes representan un mercado de unos 2.200 millones de personas, cerca del 30% de la población mundial, en la región con mayor crecimiento económico del mundo.
El acuerdo potencia la integración económica de los países asiáticos en un momento crucial en que la economía mundial se resiente todavía por la pandemia de la Covid-19 y en que el enfrentamiento comercial y estratégico entre China y Estados Unidos alcanza nuevas cuotas. El tratado comenzó a gestarse en el seno de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) pero el peso de la economía china ha hecho que este país se convierta en su principal protagonista.
Es precisamente China la que aparece, según los expertos, como principal beneficiada por la firma del acuerdo, después de que la anterior administración norteamericana, su principal competidora a nivel mundial pero muy especialmente en el área del Pacífico, implementara una política proteccionista "La firma de la RCEP es no sólo un hito de la cooperación regional de Asia Oriental, sino también una victoria del multilateralismo y el libre comercio", ha comentado Li Qeqiang, el primer ministro chino, tras ratificar el acuerdo.
El RCEP representa cerca de un tercio de la economía mundial, con un PIB combinado de unos 26,2 billones de dólares (22,14 billones de euros) en la región con mayor crecimiento del mundo.
El acuerdo tiene como objetivo eliminar barreras al comercio, bajar aranceles y potenciar la economía digital en un momento en que los países del área, como el resto del mundo, están muy necesitados de estímulos para recuperarse de los efectos de la pandemia. Los expertos esperan que facilite a las empresas utilizar el sudeste asiático como una base de producción, y que permita acelerar la diversificación de las cadenas de suministro y la relocalización de las inversiones ya en marcha en Asia, según fuentes consultadas por la agencia EFE.
Estados Unidos queda fuera de juego
El gran ausente en el RCEP, del que forman parte economías como Australia, Nueva Zelanda, Japón o Corea del Norte, es Estados Unidos. Una de las primeras decisiones del anterior presidente norteamericano, Donald Trump, fue sacar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que incluía a más de una decena de países de América y de Asia-Pacífico y que dejaba fuera a China.
Los firmantes del RCEP destacaron su apuesta por un entorno de inversiones y comercio "abierto, inclusivo y regulado". El acuerdo rebajará los aranceles y cuotas para el 65 % de los productos y aborda asuntos como la economía digital, las inversiones y la propiedad intelectual.
India deja la puerta abierta
La RCEP comenzó a negociarse en 2012 como una iniciativa de la Asean con aquellos países con los que ya tenía tratados de libre comercio (TLC): Australia, China, Corea del Sur, Japón, India y Nueva Zelanda. Sin embargo, India decidió desmarcarse del acuerdo el año pasado ante el temor de verse inundada de productos más baratos, principalmente de China. Los países firmantes han dejado la puerta abierta a India en el caso de que desee unirse al acuerdo en el futuro.
Algunos expertos opinan que el tratado permitirá activar la economía tras la pandemia y facilitará el comercio en la región al abrir mercados entre los países.
La RCEP supone el primer tratado de libre comercio de Japón con China y Corea del Sur y también el primer gran acuerdo comercial del que forma parte Pekín.
En un informe el pasado marzo, expertos de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD, en sus siglas en inglés) indicaron que el mega tratado beneficiará la balanza comercial de países más desarrollados como Japón en detrimento de otros menos ricos como Tailandia, Indonesia o Camboya.
Así, el informe afirma que la balanza comercial de la ASEAN "se deteriorará un 6% anualmente", al aumentar sus importaciones más que las exportaciones.
Temores sobre la regulación laboral y medioambiental
El tratado armoniza las normas sobre la propiedad intelectual y aborda la economía digital y el comercio electrónico, en auge tras el inicio de la pandemia, pero no contiene regulación sobre los derechos laborales y el impacto medioambiental.
Sindicatos y activistas de la región critican que el tratado se haya negociado de forma opaca, sin consultar a la sociedad civil. Opinan también que una mayor liberalización de la economía se producirá en detrimento de los servicios públicos, el medio ambiente y los derechos laborales.
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