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F. Arderius: “La oposición de CGT en Marsella dejó la cartera de pedidos vacía”
Tres años después de su adquisición, Boluda Corporación Marítima se ha visto obligada a presentar suspensión de pagos y liquidar el astillero de Marsella
VM, 12/03/2009

El pasado martes las autoridades francesas aceptaban la suspensión de pagos de Unión Naval Marsella y la liquidación de la empresa. Esta decisión desvincula por completo a Boluda Corporación Marítima de este astillero y pone fin a semanas de tensión en el puerto galo.

El director de la División de Reparación del Grupo, Francisco Arderius, asegura que este cierre es el resultado de una falta de acuerdo total con el sindicato CGT, que, según este directivo de la compañía, “ha roto lo acuerdos que se firmaron en 2006”, cuando Boluda asumió la gestión de estos astilleros, que se encontraban entonces intervenidos judicialmente. En esa fecha, la empresa fijó unas condiciones con la autoridades locales y con el sindicato francés que pasaban por la aceptación de las contratas externas, puesto que “esta actividad así lo requiere”, en función de la cartera de pedidos.
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Un buque reparando en los astilleros de Unión Naval Marsella



De esta forma, y movido por el hecho de que Marsella cuenta con “unos de los mejores diques de Europa”, Boluda se lanza a la aventura de reflotar la compañía y consigue superar los dos primeros años sin pérdidas. Sin embargo, a partir de junio del pasado año los pedidos empezaron a bajar, debido, según el director de Reparación del grupo, a las huelgas en el puerto de Marsella por la reforma portuaria: “Los armadores buscan en los puertos paz social y esta situación nos afectó notablemente”.

De esta forma, en enero de este mismo año, según Arderius, la empresa convoca un Comité Extraordinario y pide a CGT su colaboración y ayuda para superar juntos la situación. “Nos respondieron en 48 horas con una huelga y empezaron a impedir la entrada a los trabajadores de las contratas, lo que agravó aún más la situación, que se saldó con siete despidos, intimidaciones y amenazas de muerte”, asegura. Dos meses más tarde, la compañía presentó suspensión de pagos y finalmente el Tribunal francés aprobó esta semana su liquidación.

Así, Boluda abandona una negocio en el que vio posibilidades hace tres años y que arrancó con un acuerdo de todas las partes: “Temíamos que la competencia pudiera apostar por este astillero, cuyos diques son excelentes y admiten barcos de mayor tamaño. Además- continúa Francisco Arderius - todo el mundo firmó el documento que garantizaba la viabilidad del proyecto y se ha demostrado durante todo este tiempo”. Un total de 500 trabajadores se han quedado sin empleo. De ellos, 150 eran fijos y el resto de contratas externas. “Ahora estarían todos empleados- señala-, pero CGT tenía que ganar el pulso y tiene un peso específico muy grande en Francia. Incluso las autoridades lo reconocen y no hay ninguna empresa que haya ganado un litigio contra ellos”.

Motivos
“En este caso la avaricia ha roto el saco. La actividad iba muy bien y se ganaba dinero.

Estamos hablando de operarios con sueldos netos de 2.500 euros al mes - explica Arderius -.

Muchos de ellos trabajaban 60 horas semanales, tras un acuerdo de voluntariedad, en un país en el que la jornada laboral se fija en 23 horas semanales. Sin embargo, el volumen de trabajo nos obligaba a contratar trabajadores de otras zonas, como portugueses, y la CGT no lo consentía e inició las huelgas”.

“Nos dejaron la cartera de pedidos vacía de forma inevitables y perdimos todo el esfuerzo comercial realizado porque los armadores ya no tenían garantías y se iban a otros sitios”, añade el responsable de Reparaciones de Boluda. Ahora, parte del trabajo que se realizaba en los astilleros de Marsella se trasladará al de Unión Naval Barcelona, donde ya hay un buque en reparación y en breve llegará otro. Sin embargo, muchos de los pedidos se perderán porque los astilleros catalanes no tienen la misma capacidad que los galos. “El puerto de Marsella está sometido a una lucha de poder en todos los ámbitos”, concluye Arderius.

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